text
stringlengths 41
14.2k
| label
class label 46
classes |
---|---|
Sol de la tarde, que ponías el reflejo
De tu lumbre lejana, como un reir de viejo,
En la torre de aquella casa, nido de hidalgos,
Con aroma de mosto en el zaguán y galgos
Atados en la puerta: La casa que fué mía,
De donde peregrino y pobre, salí un día. | 39sexteto
|
El último y el primero:
rincón para el sol más grande,
sepultura de esta vida
donde tus ojos no caben. | 11cantar
|
Escapa, mi ave,
que los espantapájaros
son, vivos, hombres. | 8haiku
|
Mas no cabe presunción
en toda vuestra morada;
que aunque os veis ya declarada
de tan alta condición,
no sois por eso mudada.
Si os alteran los favores
de los divinos amores,
por la respuesta parece,
la mi ánima engrandece
al señor de los señores. | 6copla_real
|
Que mucho hayas llamado
lo dificulto
pues pobre porfiado
saca mendrugo;
y si te cansas,
de conseguirlo pierdes
las esperanzas. | 27seguidilla_compuesta
|
En lo alto del cielo
suenan clarines,
coronando a María
los serafines | 22seguidilla
|
Ah Mingo Revulgo, Mingo,
Ah Mingo Revulgo, ahao
¿qué eso de tu sayo de blao?
¿no le vistes en domingo?
¿Qué es de tu jabón bermejo?
¿por qué tras tal sobrecejo?
Andas esta madrugada
la cabeza desgreñada
¿no te llotras de buen rejo? | 38novena
|
Y se cierra, como la sensitiva,
si la llega a tocar la mano viva. | 3couplet
|
Por las calle en cuesta, por los arcos,
por la libre baranda el heliotropo
de la voz va enredando su caliente
melancolía. | 36estrofa_sáfica
|
No pienses, poeta, que ciertas señales
y sueños diversos no me demostraron
los daños futuros y vinientes males
de la real casa según que pasaron;
que las tristes voces del búho sonaron
por todas las torres de nuestra morada,
do fue vista Iris, deesa indignada,
de quien perecieron los que la miraron. | 41copla_arte_mayor
|
Los placeres y dulzores
de esta vida trabajada
que tenemos,
no son sino corredores,
y la muerte, la celada
en que caemos:
No mirando a nuestro daño,
corremos a rienda suelta
sin parar;
des que vemos el engaño
y queremos dar la vuelta,
no hay lugar. | 31estrofa_manriqueña
|
Cantando estaba una vez
en una gran diversión;
y aprovechó la ocasión
como quiso el Juez de Paz...
se presentó, y ahí no más
hizo una arriada en montón. | 12sextilla
|
Si me quitas la vida,
tú te lo pierdes
porque quedas entonces
sin alfileres;
porque el morirme
puede que me acomode
por verme libre. | 27seguidilla_compuesta
|
Clama en su auxilio al cielo
y pronto lo consuela,
siendo, en carro de luces,
Elias arrebatado de la tierra. | 17endecha_real
|
Mas no pudiendo ya más sustenerse,
en tierra con dolor cae, y se queja;
de allí, cuanto el mirar puede extenderse,
mira el airado Amor que se le aleja.
Desesperada al fin, deja caerse
de un gran río, el cual salva la deja
de la otra parte. Allí, mientra recela,
el dios Pan con palabras la consuela. | 4octava
|
Todo es abstracto, la esperma:
eclipses de fuego lento
enseña el último aliento
para que la sombra duerma.
Hay quietud, el llanto merma
tras los minutos, florece
el olvido, se humedece
de dolor en cada paso.
La tierra le da un abrazo
a lo que le pertenece. | 13espinela
|
Aurelio Alejandro fue
en disciplina y rigor
de la guerra;
un Constantino en la fe,
Camilo en el gran amor
de su tierra. | 12sextilla
|
Todo eran apariciones,
raros acontecimientos,
secretas conversaciones,
todo ruidos y visiones
y diabólicos portentos. | 29quintilla
|
¿Qué importa, si con el manto
están haciendo caireles
y mostrando por canceles
eso que encarecen tanto? | 19redondilla
|
Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua cuando el viento sopla,
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres
de enamorados, cifras que son fechas.
¡Alamos del amor que ayer tuvisteis
de ruiseñores vuestras ramas llenas;
álamos que seréis mañana liras
del viento perfumado en primavera;
álamos del amor cerca del agua
que corre y pasa y sueña,
álamos de las márgenes del Duero,
conmigo váis, mi corazón os lleva! | 21silva_arromanzada
|
Me detuve en la senda,
Y respire el ingenuo
Aire de la leyenda. | 10tercetillo
|
Yo hice el mundo en mi lengua castellana
y aprendí el nombre exacto de las cosas
—madre, tierra, silencio,
hermano y compañía—,
supe entonces que sólo las palabras
eran de cuanto existe la medida.
El mundo se hizo en mí
a fuerza de palabras
y el verbo transformado en realidades
fue de pronto madera,
canción y sentimiento.
Nada quedaba fuera de los nombres,
las plantas se nombraban una a una,
los pájaros, el fruto de los árboles,
el nombre conseguido de los nombres.
Supe entonces que todo era ya mío,
que nada se escapaba a la palabra,
era entonces mi mundo
de luz y de esperanza. | 35unknown
|
la sombra de una haya
estava el moro Galvar
mirando el castillo fuerte
do vio Morïana estar.
El yelmo tiene quitado
por poder mejor mirar,
de rienda tiene el caballo,
que no lo quiere soltar,
con la mano en la mejilla
no cesando de llorar;
cuando con solloços tristes,
entre llanto y sospirar,
començo el moro quejando
desta manera a hablar:
Morïana, Morïana,
principio y fin de mi mal,
¿cómo es posible, señora,
no doler te mi penar?
Ay lastimera memoria!
¡Ay rabioso recordar!
¿Qué's de los sabrosos días?
¿Qué's del dulce conversar?
¿Qué s de los blandos regalos
con que me solías tratar,
cuando en aquel mi castillo
un tiempo te vi yo estar;
cuando por entretenerme
comigo solias jugar,
cuando ganaba perdiendo,
porque'ra el perder ganar,
cuando meresçía ganando
tus bellas manos besar?
Si esto no fue amor, señora,
¿cómo se podrá llamar?
si fue amor, Moriana,
¿cómo se pudo olvidar?
¿Cómo se mudó tan presto
tanto bien en tanto mal?
Quien tal alta suerte pierde,
¿qué le queda en que'sperar?
Quien vive sin sperança,
mejor le es de'sperar.
Cuando aquesto dijo el moro
con angustia y gran pesar,
puesto el yelmo en su cabeça,
apriesa fue a cabalgar,
buscando medio en la muerte,
que otro no tiene su mal. | 1romance
|
Sobre el arena sentada
de aquel río, la vi yo,
do con el dedo escribió:
"Antes muerta que mudada".
¡Mira el amor lo que ordena,
que os viene a hacer creer
cosas dichas por mujer,
y escritas en el arena! | 28copla_castellana
|
Días ha que me prendiste
y sabéis que yo soy vuestro;
días ha que yo os demuestro
la llaga que vos me hiciste.
Desde aquel día tan triste,
cuando primero yo os vi,
días ha que me vos di,
ya sea que lo encubriste.
| 40copla_arte_menor
|
Si tú haces que oya
debajo desta hiedra
mis lágrimas, que siguen tu armonía,
octavo muro a Troya
renacer piedra a piedra
hará tu son de su ceniza fría,
que es más posible caso
convocar piedras que enfrenalle el paso. | 4octava
|
Dichosos los que baña
el Miño, los que el mar monstruoso cierra,
dende la fiel montaña
hasta el fin de la tierra,
los que desprecia de Eume la alta sierra. | 14lira
|
¿Me das, pues, tu asentimiento?
Consiento.
¿Complácesme de ese modo?
En todo.
Pues te velaré hasta el día.
Sí, Mejía.
Páguete el cielo, Ana mía,
satisfacción tan entera.
Por que me juzgues sincera
consiento en todo, Mejía. | 0ovillejo
|
estando conmigo a solas
me viene un antojo loco
de burlar con causa un poco
de las trovas españolas
al presente;
de aquellas principalmente
muy altas, encarecidas,
excellentes y polidas,
que mucho estima la gente. | 38novena
|
Vuelvo la vista, a MANTÜANO veo,
que tiene al gran VELASCO por mecenas,
y ha sido acertadísimo su empleo; | 33terceto
|
Almas cándidas, Santos Inocentes
que aumentáis de los ángeles el coro:
al que llamó a los niños a su lado
rogadle por nosotros. | 21silva_arromanzada
|
¡Que hube yo de ser agora
destas monjas sacristán!
Enloquecido me han.
Pues ¡es que el son empeora! | 19redondilla
|
Al ocioso y muy amigo
de vivir sin trabajarlo
si lo hallás
no se le tarda el castigo
bien que sea el castigarlo
por demás. | 31estrofa_manriqueña
|
Libre la frente que al casco rehúsa,
casi desnuda en la gloria del día,
alza su tirso de rosas la Musa
bajo el gran sol de la eterna armonía. | 7serventesio
|
También quiero deseoso
saber de vuestra excelencia,
por eso tened paciencia,
pues tenéis, Señora, esposo,
si venís con su licencia;
que no la debió dar él,
siendo sabio y tan fiel,
para ir sola una doncella;
y ya que vengáis con ella,
¿cómo viniste sin él? | 6copla_real
|
Busca a tu complementario
que marcha siempre contigo
y suele ser tu contrario. | 10tercetillo
|
¡Y qué jugadas se armaban
cuando estábamos riunidos!
Siempre íbamos prevenidos
pues en tales ocasiones,
a ayudarles a los piones
caiban muchos comedidos. | 12sextilla
|
Un clima de oro maduraba apenas
las diurnas longitudes de su cuerpo
llenándolo de frutas extendidas
y oculto fuego. | 36estrofa_sáfica
|
Muy grande fué mi favor,
grande mi prosperidad;
a sola mi voluntad
reconoscí por señor;
en mis brazos se acostaron
esperanzas, y no vanas;
tiempo fué y horas ufanas
las que mi vida gozaron. | 28copla_castellana
|
Regalo y amor mío, a quien más quiero,
si muriéramos ambos juntamente,
poco dolor tuviera, pues ausente
no estaría de vos, como ya espero. | 24cuarteto
|
Me embriagan las mujeres de otoño.Tienen flores
mustias bajo su brazos, y son como la tarde...;
estrellas tristes abren sus ojos en amores,
cual un fuego rosado que arde y que no arde... | 7serventesio
|
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera. | 14lira
|
Sobre la terraza, junto a los ramajes,
diríase un trémolo de liras eolias,
cuando acariciaban los sedosos trajes
sobre el tallo erguidas las blancas magnolias. | 7serventesio
|
Las dádivas desmedidas,
los edificios reales
llenos de oro,
las vajillas tan fabridas,
los enriques y reales
del tesoro;
los jaeces, los caballos
de sus gentes y atavíos
tan sobrados,
¿dónde iremos a buscallos?
¿qué fueron sino rocíos
de los prados? | 31estrofa_manriqueña
|
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
| 5cuarteta
|
Las crueles hermanas, envidiosas
de tal prosperidad, sin reposarse,
habiendo con maneras cautelosas
pensado cómo a Psique han de mostrarse,
volviendo a verla, entre mil otras cosas,
le aconsejan que quiera asigurarse
matando al invisible y fiero esposo,
el cual es un dragón muy venenoso. | 4octava
|
Está la perra Justilla
que viste tan denodada,
muerta, flaca, trasijada,
juro a diez que habrás mancilla:
con su fuerza y corazón
cometíe al bravo leon
y mataba el lobo viejo:
hora un triste de un conejo
te la mete en un rincón. | 38novena
|
¿Entre qué manos, dime,
duerme la noche,
la música en la brisa,
mi amor en dónde? | 22seguidilla
|
Puede esplicarse el ansia, la locura
con que el amor sus fuegos alimenta,
puede el dolor, la pena mas violenta
exhalar por el labio su amargura.
| 24cuarteto
|
Han querido enturbiarnos la memoria
—rastrojo y cuenta nueva—
desteñir nuestra sangre
con el color azul de las infamias
nuestra sangre encarnada
y rebelde y bravía
como un vaso de vino
con regusto de madre
con sabor de madera
con la dulce añoranza
del trujal y la lluvia. | 35unknown
|
Es el campo undulado, y los caminos
ya ocultan los viajeros que cabalgan
en pardos borriquillos,
ya al fondo de la tarde arrebolada
elevan las plebeyas figurillas
que el lienzo de oro del ocaso manchan.
Mas si trepáis á un cerro y véis el campo
desde los picos donde habita el águila,
son tornasoles de carmín y acero,
llanos plomizos, lomas plateadas,
circuidos por montes de violeta,
con las cumbres de nieve sonrosada. | 35unknown
|
Fortuna no discrepante
a sabia naturaleza,
tales dos vuestro semblante
fabricaron sin pereza:
De su perfeta belleza,
Con voluntad muy sincera,
Venus os hizo heredera,
y Palas, de su destreza. | 40copla_arte_menor
|
Desbordadamente sorda
la leche alumbra tus huesos.
Y la casa se desborda
con ella, el hijo y los besos. | 5cuarteta
|
¡Mística oración!
¡Dulce posesión!
¡Tetragrámaton! | 10tercetillo
|
Delio a las rejas de Elisa
Le canta en noche serena
Sus amores.
Raya la luna, y la brisa
Al pasar plácida suena
Por las flores. | 31estrofa_manriqueña
|
Lo que esta mi trova reza
no fue, señora, escusado,
pues sirve de haber mostrado
a do llega mi simpleza.
Ya no dejará de ser
invención de alguna cosa,
pues os será nueva glosa
de mi poquito saber. | 28copla_castellana
|
Almanzor, que benigno y despojado
Dal aparato y gravedad, andaba
Acalorando entre el gozoso pueblo
E l general contento, cerca pasa.
E n tan triste actitud j u n to á aquel tronco
Descubre acaso al Huérfano^ se para,
Y se acerca j y asiéndole la mano.
Cariñoso le dice estas palabras :
¿ Q u é es esto, c a p i t á n de los donceles?.,
F l o r de l a j u v e n t u d , ¿ p o r q u é no b a i l a s ?
Ven, yo te b u s c a r é tal c o m p a ñ e r a,
Que no te pese, y que me des las gracias.
Y al t r a v é s de confusa muchedumbre,
Sin esperar respuesta, le arrebata
A un r i s u e ñ o verjel, donde reunido
Lo mas i l u s t r e de l a corte estaba.
Allí K e r i m a con Giafar su padre
E n asiento de m á r m o l descansaba,
Y el mancebo Zeir t a m b i é n con ella.
Que en aquel punto de danzar acaban.
Y dícele Almanzor : e< B e l l a K e r i m a,
De las nobles doncellas capitana,
Con este c a p i t á n de los donceles
Debes l u c i r t u gentileza y gracia,
Sal, y baila con é l , que mas gallardo
"Compañero es difícil que encontraras.
Giafar en Almanzor y en aquel joven
Ojos que anuncian l a sorpresa, clava :
Los suyos honestísimos al suelo
La modesta K e r i m a humilde baja,
Y de Zeir en el semblante b r i l l an
Confusa t u r b a c i ó n , oculta saña.
Sonriese Almanzor, y persistiendo
E n que mire K e r i m a al joven grata,
Ase del brazo á l a g e n t i l doncella,
Y con u n suave impulso l a levanta.
Los Amires é ilustres caballeros,
Y las matronas y las nobles damas
E n rededor se agolpan, deseosos
De ver una pareja tan galana.
Pocos conocen al g a r z ó n gallardo.
Que á sí ha llamado toda l a jornada
L a a t e n c i ón general; y l a pregunta
De quién es? sin respuesta en torno vaga ;
Pues los que le conocen, no ignorando
Su origen y el favor del Hagib, callan :
Solo Giafar á pronunciar se atreve,
Un expósito v i l , aunque en voz baja.
Pero Almanzor confúndele al momenlo,
Mirándole con ojos como brasas,
Y diciendo en voz alta y firme á todos :
" No hay mas que preguntar; este CSMUDARHA."
Tal era el nombre pues de aquel mancebo
Que ya los ojos del concurso encanta,
Viéndole al lado ilustre de K e r i m a,
Diosa de l a belleza y de la gracia.
Pronto al son de los suaves instrumentos
Los tiernos brazos con modestia enlazan,
Y al compás de los c r ó t a l o s sonoros
Airosos mueven la lijera planta.
Almanzor, que embebido los contempla,
Dice á Giafar : Q u é copia tan gallarda!
Parece que el destino venturoso
Para unirlos por siempre, los f o r m a r a .
T e m b l ó el feroz Giafar, desconcertado
Del Hagib Almanzor á las palabras,
Como quien ve á sus pies horrenda sima
Del s ú b i t o r e l á m p a g o á la llama ;
Mas del Hagib temiendo el p o d e r í o.
Se esfuerza en ocultar su pasmo y rabia,
Y aumenta el odio que al gallardo joven
Tiene hace tiempo, sin saber la causa.
Cuan disllntos afectos entretanto
En la gentil pareja dominaban !
A K e r i m a un afán desconocido
Le agita el pecho, 1c conmueve el alma :
Y el H u é r f a n o , al asir la mano hermosa,
De cerca al contemplar belleza tanta,
Y al enlazar con t r é m u l o s brazos
E l talle peregrino; se abrasaba.
E l compás de la música perdieron,
Se encontraron sus ojos veces varias,
Amor encadencS sus corazones,
Sonó alto aplauso, concluyó l a danza,
Y recibiendo elogios lisonjeros,
Con grande t u r b a c i ó n ambos se apartan :
Volvió K e r i m a al lado de su padre,
Y al lado de Almanzor volvió Mudar r a.
Seis dias prosiguieron los convites,
Bailes, festejos, músicas y zambras,
Seis dias que pasaron tan veloces
Gomo los de placeres siempre pasan.
Durante todos ellos de K e r i ma
E i Expósito ilustre al lado estaba,
Y ambos nutrieron en sus almas puras
De una ciega pasión la ardiente llama.
| 18romance_arte_mayor
|
A dó iré triste, que alegre me halle,
pues tantos peligros me tienen en medio,
que llore, que ría, que grite, que calle,
ni tengo, niquiero, ni espero remedio.
No quiero que quiere, ni quiero querer,
pues tanto me quierer tan rabiosa plaga,
ni ser yo vencido, ni quiero vencer,
ni quiero pesar, ni quiero placer,
ni sé que me diga, ni sé que me haga. | 38novena
|
Triste cosa es el sueño
que llanto nos arranca;
mas tengo en mi tristeza una alegría...
¡Sé que aún me quedan lágrimas! | 21silva_arromanzada
|
Los bienes son males,
los males son bienes...
Las mis alegrías, ¡cómo se me han vuelto
fatigas de muerte! | 26seguidilla_gitana
|
El hombre está entregado
al sueño, de su suerte no cuidando;
y, con paso callado,
el cielo, vueltas dando,
las horas del vivir le va hurtando. | 14lira
|
A pasar fatigas
estoy ya tan hecho
que las alegrías se me vuelven penas
dentro de mi pecho. | 26seguidilla_gitana
|
Anda y que te den un tiro...
con pórbora e mis ojos
y balas e mis suspiros. | 30soleá
|
El alcázar en que mora
la bella ninfa oriental,
es alcázar sin igual
por lo mucho que atesora;
y cuando el cielo colora
el sol claro en mil reflejos,
se ven brillar desde lejos
en los muros, incrustados,
los arabescos dorados
y bruñidos como espejos. | 13espinela
|
Las visiones acabaron,
y olvidadas las consejas,
los mozos las despreciaron,
las muchachas se casaron,
y se murieron las viejas. | 29quintilla
|
El nuevo soberano de Castilla,
Fernán-González de glorioso nombre,
A gozar de aquel dia delicioso.
Tregua del crudo invierno, por los bosques
Y llanuras que Salas señorea,
Corriendo galgos y volando azores,
Con sus pajes andaba y ballesteros,
Y con lo mas granado de su corte.
Rui-Velázquez también le acompañaba ;
Pues aunque ni el favor ni gracias goze
De su nuevo señor, aun el gobierno
Conserva del Estado ; porqué á un hombre,
Que con tan gran poder por tantos años
Rigió las riendas de él, en el desorden
De aquellos tiempos, peligroso fuera
Intentar arrancárselas de un golpe.
Gozaba pues del campo los placeres,
Y de abundante caza el nuevo conde.
Por aquellos contornos 5 cuando el eco
Con que los huecos y agitados bronces
Tocaban á rebato resonantes
De la iglesia de Sálas en la torre.
Escuchó con sorpresa. Luego al punto
Los fugitivos pálidos que al monte.
Se refugiaban, dieronle la nueva
De que los sarracenos invasores
Atacaban la villa. Con desprecio
La recibió al principio : por entonces
Reinaba paz, y la frontera estaba
Lejos, y defendida de agrios montes
Erizados de nieve. Pero llegan
Mas y mas fugitivos, que conformes
La noticia repiten, y la afirman
Los lejanos lamentos y clamores.
Que ensordecen la atmósfera, mezclados
De las campanas con los recios sones.
Se enardeció del gran Fernán-González
La sangre juvenil y el pecbo noble,
Al pensar que tan cerca de sí tiene
Al enemigo del cristiano nombre ;
Y de su alto valor arrebatado,
Valor que en aquel siglo fué del orbe
Admiración, y que en el nuestro aun vive.
En fama duradera mas que el bronce;
Quiere á Salas volar. A los monteros
Y los pajes reuniendo, se dispone.
Sin mas armas que solo su venablo,
A embestir con los moros invasores.
Velázquez y los otros caballeros
De edad madura y de experiencia, acordes
Tan ciego ardor prudentes desaprueban ;
A su gallarda decisión se oponen.
Hasta tener noticias mas exactas;
Consiguen contenerlo, y á galope
Un escudero diligente envían.
Que llegue á Sálas, y que lengua tome.
Quedó entre tanto, á su pesar, el fuego
De su alma noble conteniendo el conde,
Como el lebrel gallardo en la trailla.
Cuando ve al jabalí cruzar el monte.
Pronto cesó el clamor de las campanas,
Y el estruendo lejano; por el bosque
No se vieron cruzar mas fugitivos,
Y todo indicio de terror calmóse.
Quién que la alarma fué falsa, presume ;
Quién teme que los moros invasores
Dueños son de la villa....todos ansian
Que el escudero explorador retorne.
Al cabo de gran rato, á toda rienda
Le ven llegar, y en su reedor se ponen j
Y él refirió, que veinte sarracenos
El rebato causaron y el desórden
Mas que luego se supo que venían
De paz, y con amigas intenciones,
A ver á Gústios, al señor de Lara,
Y que con él y con algunos nobles
Quedaban en su alcázar encerrados.
Calló, suspenso con la nueva, el conde,
Y de curiosidad extraña llena
Su comitiva se mostró. Cubrióse
La frente de Velázquez de una nube,
Ardió un rayo infernal en sus traidores
Ojos, y con voz ronca y fiero orgullo
Así á Fernán-González dirigióse :
Ya lo escucháis, señor : mirád ahora
Si eran tan infundadas las razones
Por que me, opuse á la bondad incauta
Con que á Gústios sacasteis de la torre,"
Que debiera haber sido su sepulcro.
Porqué conozco el corazón del hombre,
Y que el de ese infeliz es la guarida
De la loca ambición y las traiciones;"
''Que le dejaseis aherrojado quise,
Como deben estar tigres feroces.
Vos despreciasteis mi experiencia vedle
Apénas libre, aunqué tan viejo y torpe,
L a trama antigua renovar. Miradle
Por los infieles, del cristiano nombre
Constantes enemigos, visitado;
Y ya tal vez el pérfido dispone"
" Y traza de Castilla el exterminio,
"Cual lo trazó ayudado de traidores,
" Cuando sin esta espada y este brazo
" E l trono vuestro no existiera."—El conde,
Que con frente ceñuda le escuchara,
Con amarga sonrisa respondióle :
"Tal vez será inocente la visita
" Que hacen los sarracenos á ese pobre"
" Y ciego anciano : á consolarle puede
" Que ya amigos, ya viejos servidores,
" Que allá en Córdoba tuvo, vengan solo :
"Sospechas no son pruebas." Asustóse
Velázquez, ya coloso á quien flaquea
Por el cimiento la cuadrada mole
En que la planta estriba, y encubriendo
Su turbación, contexta : " S e conoce"
" Que os ciega la bondad por Gústios Lara;
Que la experiencia os falta, y que sois jóven.
¿Inocente juzgáis esta consulta
De los moros con él?....Exploradores,
Satélites infames son sin duda
"Del infame Almanzor."—EscandecicSse
El señor de Castilla, así escuchando
Dar de infame á Almanzor el sobrenombre.
Admiraba á aquel héroe sarraceno,
Aunque infiel y enemigo, allá en su noble
Pecho de ser rival de sus hazañas
Nutriendo la ambición; y así responde
A Velázquez : " S i acaso son espías,
" Si enemigos cubiertos y traidores
" Esos moros, que á Salas han venido,
" A fe de caballero y por mi nombre"
" T e juro, que serán esclavos viles
"De tu amigo Giafar, no servidores
"Del glorioso Almanzor."—Desconcertado
Velázquez mas y mas, su faz cubrióse
De amarillez siniestra; pero al punto
Con labio balbuciente replicóle :
" De Giafar ó Almanzor, solo paganos,
" De Castilla enemigos á esos hombres"
" Contemplo-, y como á tales, anatema
Sobre ellos, sus parciales y fautores
Debe al punto caer. Señor, permite
Que vaya, y por mí mismo me cerciore
De sus intentos, sorprendiendo á Lara,
Mientras eon ellos conferencia acorde;
Y dejad á mis afios y experiencia
El que según las circunstancias obre,"
" Como al bien de la fe, y al del Estado,
" Y al de vuestra persona mas importe."—
Dijo, y sin esperar respuesta alguna,
A partir para Salas se dispone;
Pero Fernán González le detiene,
Diciendo : Iré con vos;" y da la orden
A cuantos le circundan, de seguirle.
Poniendo al punto su caballo á trote.
Todos le obedecieron silenciosos
Cruza la cabalgada por el bosque,
Y Velázquez confuso, despechado
En pos de su señor, y mudo corre,
Cual demonio que atado á los conjuros
De un mago bienhechor, tras él veloce
Va, á su pesar, á deshacer la trama,
De que se prometió daños enormes.
| 18romance_arte_mayor
|
¿No te bastan los rayos de tus ojos,
de tu mejilla la purpúrea rosa,
la planta breve, la cintura airosa,
ni el suave encanto de tus labios rojos? | 24cuarteto
|
Lástima causen a tu pecho, ¡oh niño!
las voces mías, mis dolientes voces.
¡Ay! si conoces el dolor que causas,
¡lástima ténme! | 36estrofa_sáfica
|
Lo mismo que un olivo
con una encina,
me juntaré contigo,
morena mía.
¡ Mayo de olor,
me mueven en tus aires
vientos de amor! | 27seguidilla_compuesta
|
que fulge y huele a vida, con el vino
que guardaste en los odres de las pieles
caminadas, translúcidas y suaves,
embriágalos con vino puro y claro,
úngelos en lo alto de la noche:
la Memoria embalsama nuestros cuerpos. | 39sexteto
|
El sudor mi rostro quema,
Y en ardiente sangre rojos
Brillan inciertos mis ojos,
Se me salta el corazón.
Huye, mujer; te detesto,
Siento tu mano en la mía,
Y tu mano siento fría,
Y tus besos hielos son. | 15octavilla
|
esplendente claridad
de brillo santo y fecundo
que derrama sobre el mundo
fe, esperanza y caridad;
celeste felicidad,
creación gigante que asombra;
Dios, que el diablo no le nombra
sin una oraión bendita;
la luz, la gloria infinita;
y... de repente, la sombra. | 13espinela
|
citarista, dulce hija
del Archipoeta rubio,
si al brazo de mi instrumento
le solicitas el pulso, | 11cantar
|
Allí va el dios en celo tras la hembra,
y la caña de Pan se alza del lodo;
la eterna vida sus semillas siembra,
y brota la armonía del gran Todo. | 7serventesio
|
Voz que incesante con el mismo tono
canta el mismo cantar;
gota de agua monótona que cae,
y cae sin cesar. | 21silva_arromanzada
|
El niño de María
No tiene cuna;
Su padre es carpintero,
Y le hará una. | 22seguidilla
|
Ya de los temores cesaba el combate
al ánimo aflicto, y yo reposaba
segura y tan quieta; de ningún rebate
ni otro infortunio ya me demoraba.
Y como la lumbre fatal se acostaba,
levánteme leda con mi compañía,
y por la floresta hicimos la vía
del real palacio donde yo habitaba. | 41copla_arte_mayor
|
De tan probados enemigos tuyos
ni esperes bien, ni temas lo distinto;
que aquella fortaleza de tu pecho
ha de amansar tu daño, | 37estrofa_francisco_de_la_torre
|
«Y pues vos, claro varón,
tanta sangre derramasteis
de paganos,
esperad el galardón
que en este mundo ganasteis
por las manos;
y con esta confianza,
y con la fe tan entera
que tenéis,
partid con buena esperanza,
que esta otra vida tercera
ganaréis.» | 31estrofa_manriqueña
|
Brinca la rana
a su bello estanque,
brinca contenta. | 8haiku
|
y sentadas en damasco,
piden con grande mesura
el cofre de la hermosura,
que abierto puede dar asco | 19redondilla
|
Y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
la otra fue más sensitiva
cual no pensé encontrar jamás. | 7serventesio
|
A este escuadrón tan santo,
Compañía guerrera
de Jesús, acomete
del abismo la envidia más sangrienta. | 17endecha_real
|
En esto, otro milagro, otro estupendo
prodigio se descubre en la marina,
que en pocos versos declarar pretendo. | 33terceto
|
El eco de un suspiro que conozco,
formado de un aliento que he bebido,
perfume de una flor, que oculta crece
en un claustro sombrío. | 21silva_arromanzada
|
Parece como las flores
en el tiempo del estío,
a quien fallece rocío
y fatigan las calores:
perdió todos sus valores,
perdiendo vuestra presencia,
cuya imagen y prudencia
vence buenas y mejores.
| 40copla_arte_menor
|
Escribió sus hazañas
oh gran Teresa
que si tu pecho es julio
tu mano es César:
Doctora,
fue esta divina monja,
y muchas
hay que serlo presuman,
más ellas,
solo son bachilleras. | 16chamberga
|
Yo vi de Macrobio, de Guido y Valerio
escritos los sueños que algunos soñaron,
los cuales denotan insigne misterio,
según los efectos que de sí mostraron;
oían atentos los que se admiraron
y de tales casos hicieron mención,
ca no será menos la mi narración,
mediante las musas, que a ellos guiaron. | 41copla_arte_mayor
|
Levantándose el griego, tendió la palma llana
y volviose a sentar, tranquila su alma sana;
levantose el bellaco con fantasía vana,
mostró el puño cerrado, de pelea con gana. | 9cuaderna_vía
|
Nace el arroyo, culebra
Que entre flores se desata,
Y, apenas, sierpe de plata.
Entre las flores se quiebra,
Cuando, músico, celebra
De las flores la piedad,
Que le da la majestad
Del campo abierto á su huida:
¿Y, teniendo yo mas vida,
Tengo menos libertad? | 13espinela
|
Me acuso de no amar sino muy vagamente
una porción de cosas que encantan a la gente | 3couplet
|
¡Digno presente por cierto
se deja a la amarga vida!
¡Abandonar un desierto
y darle a la despedida
la fea prenda de un muerto! | 29quintilla
|
Después la noche
del dolor de la estrella
que fue fugaz | 8haiku
|
y la musa de Bécquer del ensueño es esclava
bajo un celeste palio de luz escandinava. | 3couplet
|
¿Con qué luz a Dios veré?
Con luz de fe.
¿Quién me dará confianza?
La esperanza.
¿Quién me asegura favor?
El amor.
Entraré ya sin temor
a gozar el bien perfeto,
pues sólo Dios es objeto
de fe, esperanza y amor | 0ovillejo
|
Pues ni opulencia, ni haces consulares
Lanzan del pecho la aflicción penosa,
Ni las inquietas cuitas que revuelan
Por los techos dorados. | 37estrofa_francisco_de_la_torre
|
De amor por su Reina ciega,
Brihuega.
No hay nombre que mejor cuadre,
Madre.
Pues la perla que atesora
adora.
El día de la Señora
la más solemne función
por la tarde en procesión
Brihuega a su madre adora. | 0ovillejo
|
El aire se embalsama con aromas de heno,
Y los surcos abiertos esperan el centeno,
Y en el húmedo fondo de los verdes herbales,
Pacen vacas bermejas, entre niños zagales,
Cuando en la santidad azul de la mañana,
Canta húmeda de aurora la campana aldeana. | 39sexteto
|
Un paleto en la corte
preguntó a un tuno
¿Qué cosa son los celos,
que no hallo uno?
Y dijo el majo:
ya de esas frioleras
nadie hace caso. | 27seguidilla_compuesta
|
Adondequiera que la vista clavo,
torno a ver tus pupilas llamear;
mas no te encuentro a ti; que es tu mirada:
unos ojos, los tuyos, nada más. | 21silva_arromanzada
|