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Libro de poemas
ÁRBOLES
¡ÁRBOLES! ¿Habéis sido flechas Caidas del azul? ¿Qué terribles guerreros os lanzaron? ¿Han sido las estrellas? Vuestras músicas vienen del alma de los pájaros, De los ojos de Dios, De la pasión perfecta. ¡Árboles! ¿Conocerán vuestras raíces toscas Mi corazón en tierra?
Libro de poemas
LA LUNA Y LA MUERTE
LA luna tiene dientes de marfil. ¡Qué vieja y triste asoma! Están los cauces secos, Los campos sin verdores Y los árboles mustios Sin nidos y sin hojas. Doña Muerte, arrugada, Pasea por saurales Con su absurdo cortejo De ilusiones remotas. Va vendiendo colores De cera y de tormenta Como un hada de cuento Mala y enredadora. La luna le ha comprado Pinturas a la Muerte. En esta noche turbia ¡Está la luna loca! Yo mientras tanto pongo En mi pecho sombrío Una feria sin músicas Con las tiendas de sombra.
Libro de poemas
MADRIGAL
YO te miré a los ojos Cuando era niño y bueno. Tus manos me rozaron Y me distes un beso. (Los relojes llevan la misma cadencia, Y las noches tienen las mismas estrellas.) Y se abrió mi corazón Como una flor bajo el cielo, Los pétalos de lujuria Y los estambres de sueño. (Los relojes llevan la misma cadencia, Y las noches tienen las mismas estrellas.) En mi cuarto sollozaba Como el príncipe del cuento Por Estrellita de oro Que se fué de los torneos. (Los relojes llevan la misma cadencia, Y las noches tienen las mismas estrellas.) Yo me alejé de tu lado Queriéndote sin saberlo, No sé como son tus ojos Tus manos ni tus cabellos. Solo me queda en la frente La mariposa del beso. (Los relojes llevan la misma cadencia, Y las noches tienen las mismas estrellas.)
Libro de poemas
DESEO
SOLO tu corazón caliente, Y nada más. Mi paraíso un campo Sin ruiseñor Ni liras, Con un río discreto Y una fuentecilla. Sin la espuela del viento Sobre la fronda, Ni la estrella que quiere Ser hoja. Una enorme luz Que fuera Luciérnaga De otra, En un campo de Miradas rotas. Un reposo claro Y allí nuestros besos, Lunares sonoros Del eco, Se abrirían muy lejos Y tu corazón caliente, Nada más.
Libro de poemas
LOS ÁLAMOS DE PLATA
LOS álamos de plata Se inclinan sobre el agua. Ellos todo lo saben pero nunca hablarán. El lirio de la fuente No grita su tristeza. ¡Todo es más digno que la humanidad! La ciencia del silencio frente al cielo estrellado, La posee la flor y el insecto no más. La ciencia de los cantos por los cantos, la tienen Los bosques rumorosos Y las guas del mar. El silencio profundo de la vida en la tierra, Nos lo enseña la rosa Abierta en el rosal. ¡Hay que dar el perfume Que encierran nuestras almas! Hay que ser todo cantos, Todo luz y bondad. ¡Hay que abrirse del todo Frente a la noche negra, Para que nos llenemos de rocío inmortal! ¡Hay que acostar al cuerpo Dentro del alma inquieta! Hay que cegar los ojos con luz de más allá. Tenemos que asomarnos A la sombra del pecho, Y arrancar las estrellas que nos puso Satán. Hay que ser como el árbol Que siempre está rezando, Como el agua del cauce Fija en la eternidad. ¡Hay que arañarse el alma con garras de tristeza Para que entren las llamas Del horizonte astral! Brotaría en la sombra del amor carcomido, Una fuente de aurora Tranquila y maternal. Desaparecerían ciudades en el viento Y a Dios en una nube Veríamos pasar.
Libro de poemas
ESPIGAS
EL trigal se ha entregado a la muerte. Ya las hoces cortan las espigas. Cabecean los chopos hablando Con el alma sutil de la brisa. El trigal sólo quiere silencio. Se cuajó con el sol, y suspira Por el amplio elemento en que moran Los ensueños despiertos. El día, Ya maduro de luz y sonido, Por los montes azules declina. ¿Qué misterioso pensamiento Conmueve a las espigas? ¿Qué ritmo de tristeza soñadora Los trigales agita?... ¡Parecen las espigas viejos pájaros Que no pueden volar! Son cabecitas, Que tienen el cerebro de oro puro Y expresiones tranquilas. Todas piensan lo mismo, Todas llevan Un secreto profundo que meditan. Arrancan a la tierra su oro vivo Y cual dulces abejas del sol, liban El rayo abrasador con que se visten Para formar el alma de la harina. ¡Oh, qué alegre tristeza me causais Dulcísimas espigas! Venís de las edades más profundas, Cantásteis en La Biblia, Y tocáis cuando os rozan los silencios Un concierto de liras. Brotáis para alimento de los hombres, ¡Pero mirad las blancas margaritas Y los lirios que nacen porque sí! ¡Momias de oro sobre las campiñas! La flor silvestre nace para el Sueño Y vosotras nacéis para la vida.
Libro de poemas
MEDITACIÓN BAJO LA LLUVIA FRAGMENTO
3 de HA besado la lluvia al jardín provinciano Dejando emocionantes cadencias en las hojas. El aroma sereno de la tierra mojada, Inunda al corazón de tristeza remota. Se rasgan nubes grises en el mudo horizonte. Sobre el agua dormida de la fuente, las gotas Se clavan, levantando claras perlas de espuma. Fuegos fatuos, que apaga el temblor de las ondas. La pena de la tarde estremece mi pena. Se ha llenado el jardín de ternura monótona. ¿Todo mi sufrimiento se ha perder, Dios mío, Como se pierde el dulce sonido de las frondas? ¿Todo el eco de estrellas que guardo sobre el alma Será luz que me ayude a luchar con mi forma? ¿Y el alma verdadera se despierta en la muerte ¿Y esto que ahora pensamos se lo trajea la sombré ¡Oh, qué tranquilidad del jardín con la lluvia! Todo el paisaje casto mi corazón transforma, En un ruido de ideas humildes y apenadas Que pune en mis entrañas un batir de palomas. Sale el sol. El jardín desangra en amarillo. Late sobre el ambiente una pena que ahoga. Yo siento la nostalgia de mi infancia intranquila Mi ilusión de ser grande en el amor, las horas Pasadas como ésta contemplando la lluvia Con tristeza nativa. Caperucita roja Iba por el sendero... Se fueron mis historias, hoy medito, confuso, Ante la fuente turbia que del amor me brota. ¿Todo mi sufrimiento se ha de perder, Dios mió Como se pierde el dulce sonido de las frondas? Vuelve a llover. El viento va trayendo a las sombras.
Libro de poemas
MANANTIAL FRAGMENTO
La sombra se ha dormido en la pradera. Los manantiales cantan. Frente al ancho crepúsculo de invierno Mi corazón soñaba. Quién Pudiera entender los manantiales, El secreto del agua Recién nacida. Ese cantar oculto A todas las miradas Del espíritu. Dulce melodía Más allá de las almas?... Luchando bajo el peso de la sombra Un manantial cantaba. Yo me acerqué para escuchar su canto Pero mi corazón no entiende nada. Era un brotar de estrellas invisibles Sobre la hierba casta Nacimiento del Verbo de la tierra Por un sexo sin mancha. Mi chopo centenario de la vega Sus hojas meneaba Y eran las hojas trémulas de ocaso Como estrellas de plata. El resumen de un cielo de verano Era el gran chopo. Mansas Y turbias de penumbra yo sentía Las canciones del agua. ¿Qué alfabeto de auroras ha compuesto Sus ocultas palabras? ¿Qué labios las pronuncian? ¿Y qué dicen A la estrella lejana? ¡Mi corazón es malo, Señor! Siento en mi carne La inaplacable brasa Del pecado. Mis mares interiores Se quedaron sin playas. Tu faro se apagó. ¡Ya los alumbra Mi corazón de llamas! Pero el negro secreto de la noche Y el secreto del agua ¿Son misterios tan solo para el ojo De la conciencia humana? ¿La niebla del misterio no estremece Al árbol, el insecto y la montaña? ¿El terror de la sombra no lo sienten Las piedras y las plantas? ¿Es sonido tan solo esta voz miá? ¿Y el casto manantial no dice nada? Más yo siento en el agua Algo que me estremece… como un aire Que agita los ramajes de mi alma. ¡Sé árbol! (Dijo una voz en la distancia.) Y hubo un torrente de luceros Sobre el cielo sin mancha. Yo me incrusté en el chopo centenario Con listeza y con ansia Cual Dafne varonil que huye miedosa De un Apolo de sombra y de nostalgia. Mi espíritu fundióse con las hojas Y fué mi sangre savia. En untosa resina convirtióse La fuente de mis lágrimas. El corazón se fué con las raíces, Y mi pasión humana, Haciendo heridas en la ruda carne Fugaz me abandonaba. Frente al ancho crepúsculo de invierno Yo torcía las ramas Gozando de los ritmos ignorados Entre la brisa helada. Sentí sobre mis brazos dulces nidos, A cariciar de alas, Y sentí mil abejas campesinas Que en mis dedos zumbaban. ¡Tenía una colmena de oro vivo En las viejas entrañas! El paisaje y la tierra se perdieron Sólo el cielo quedaba, Y escuché el débil ruido de los astros Y el respirar de las montañas. ¿No podrán comprender mis dulces hojas El secreto del agua? ¿Llegarán mis raíces a los reinos Donde nace y se cuaja? Encliné mis ramajes hacia el cielo Que las ondas copiaban, Mojé las hojas en el cristalino Diamante azul que canta, Y sentí borbotar los manantiales Como de humano yo los escuchara. Era el mismo fluir lleno de música Y de ciencia ignorada. Al levantar mis brazos gigantescos Frente al azul, estaba Lleno de niebla espesa, de rocío Y de luz marchitada. Tuve la gran tristeza vegetal, El amor a las alas, Para poder lanzarse con los vientos A las estrellas blancas. Pero mi corazón en las raíces Triste me murmuraba: Si no comprendes a los manantiales ¡Muere y troncha tus ramas! ¡Señor, arráncame del suelo! ¡Dame oídos Que entiendan a las aguas! Dame un voz que por amor arranque Su secreto a las ondas encantadas; Para encender tu faro sólo pido Aceite de palabras. ¡Sé ruiseñor! dice una voz perdida En la muerta distancia, Y un torrente de cálidos luceros Brotó del seno que la noche guarda.
Libro de poemas
MAR
EL mar es El Lucifer del azul. El cielo caído Por querer ser la luz. ¡Pobre mar condenado A eterno movimiento, Habiendo antes estado Quieto en el firmamento! Pero de tu amargura Te redimió el amor. Pariste a Venus pura, Y quedóse tu hondura Virgen y sin dolor. Tus tristezas son bellas, Mar de espasmos gloriosos. Mas hoy en vez de estrellas Tienes pulpos verdosos. Aguanta tu sufrir Formidable Satán. Cristo anduvo por ti, Mas también lo hizo Pan. La estrella Venus es La harmonía del mundo. ¡Calle el Eclesiastés! Venus es lo profundo Del alma... ... Y el hombre miserable Es un ángel caído. La tierra es el probable Paraíso perdido.
Libro de poemas
SUEÑO
IBA yo montado sobre Un macho cabrío. El abuelo me habló Y me dijo: —Ese es tu camino. ¡Es ese!, gritó mi sombra, Disfrazada de mendigo. ¡Es aquel de oro, dijeron Mis vestidos! Un gran cisne me guiñó, Diciendo: ¡vente conmigo! Y una serpiente mordía Mi sayal de peregrino. Mirando al cielo, pensaba: Yo no tengo camino. Las rosas del fin serán Como las del principio. En niebla se convierte La carne y el rocío. Mi caballo fantástico me lleva Por un campo rojizo. ¡Déjame!, clamó, llorando, Mi corazón pensativo. Yo lo abandoné en la tierra, Lleno de tristeza. Vino La noche, llena de arrugas Y de sombras. Alumbran el camino, Los ojos luminosos y azulados De mi macho cabrio.
Libro de poemas
OTRO SUEÑO
¡UNA golondrina vuela Hacia muy lejos!... Hay floraciones de rocío Sobre mi sueño, Y mi corazón da vueltas, Lleno de tedio, Como un «tío vivo» en que la Muerte Pasea a sus hijuelos. ¡Quisiera en estos árboles Atar al tiempo Con un cable de noche negra, Y pintar luego Con mi sangre las riberas Pálidas de mis recuerdos. ¿Cuántos hijos tiene la Muerte? ¡Todos están en mi pecho! ¡Una golondrina viene De muy lejos!
Libro de poemas
ENCINA
BAJO tu casta sombra, encina vieja, Quiero sondar la fuente de mi vida Y sacar de los fangos de mi sombra Las esmeraldas líricas. Echo mis redes sobre el agua turbia Y las saco vacías. ¡Más abajo del cieno tenebroso Están mis pedrerías! ¡Hunde en mi pecho tus ramajes santos!, ¡Oh solitaria encina!, Y deja en mi sub-alma Tus secretos y tu pasión tranquila. Esta tristeza juvenil se pasa, ¡Ya lo sé! La alegría Otra vez dejará sus guirnaldas Sobre mi frente herida, Aunque nunca mis redes pescarán La oculta pedrería De tristeza inconsciente que reluce Al fondo de mi vida. Pero mi gran dolor trascendental Es tu dolor, encina. Es el mismo dolor de las estrellas Y de la flor marchita. Mis lágrimas resbalan a la tierra Y, como tus resinas, Corren sobre las aguas del gran cauce Que va a la noche fría. Y nosotros también resbalaremos, Yo con mis pedrerías, Y tú plenas las ramas de invisibles Bellotas matafísicas. No me abandones nunca en mis pesares, Esquelética amiga. Cántame con tu boca vieja y casta Una canción antigua, Con palabras de tierra entrelazadas En la azul melodía. Vuelvo otra vez a echar las redes sobre La fuente de mi vida, Redes hechas con hilos de esperanza Nudos de poesía, Y saco piedras falsas entre un cieno De pasiones dormidas. Con el sol del otoño toda el agua De mi fontana vibra, Y noto que sacando sus raíces Huye de mí la encina.
Libro de poemas
INVOCACIÓN AL LAUREL
Por el horizonte confuso y doliente Venia la noche preñada de estrellas. Yo, como el barbudo mago de los cuentos, Sabia lenguajes de flores y piedras. Aprendí secretos de melancolía, Dichos por cipreses, ortigas y yedras; Supe del ensueño por boca del nardo, Canté con los lirios canciones serenas. En el bosque antiguo, lleno de negrura, Todos me mostraban sus almas cual eran: El pinar borracho de aroma y sonido; Los olivos viejos, cargados de ciencia; Los álamos muertos, nidales de hormigas; El Musgo, nevado de blancas violetas. Todo hablaba dulce a mi corazón Temblando en los hilos de sonora seda Con que el agua envuelve las cosas paradas Como telaraña de harmonía eterna. Las rosas estaban soñando en la lira, Tejen las encinas oros de leyendas, Y entre la tristeza viril de los robles Dicen los enebros temores de aldea. Yo comprendo toda la pasión del bosque: Ritmo de la hoja, ritmo de la estrella. Mas decidme, ¡oh cedros!, si mi corazón Dormirá en los brazos de la luz perfecta. Conozco la lira que presientes, rosa; Formé su cordaje con mi vida muerta. ¡Dime en qué remanso podré abandonarla Como se abandonan las pasiones viejas! ¡Conozco el misterio que cantas, ciprés; Soy hermano tuyo en noche y en pena; Tenemos la entraña cuajada de nidos, Tú de ruiseñores y yo de tristezas! ¡Conozco tu encanto sin fin, padre olivo, Al darnos la sangre que extraes de la Tierra; Como tú, yo extraigo con mi sentimiento El óleo bendito Que tiene la idea! Todos me abrumáis con vuestras canciones; Yo sólo os pregunto por la mía incierta; Ninguno queréis sofocar las ansias De este fuego casto Que el pecho me quema. ¡Oh laurel divino, de alma inaccesible, Siempre silencioso, Lleno de nobleza! ¡Vierte en mis oídos tu historia divina, Tu sabiduría profunda y sincera! ¡Árbol que produces frutos de silencio, Maestro de besos y mago de orquestas, Formado del cuerpo rosado de Dafne Con savia potente de Apolo en tus venas! ¡Oh gran sacerdote del saber antiguo! ¡Oh mudo solemne cerrado a las quejas! ¡Todos tus hermanos del bosque me hablan; Sólo tú, severo, mi canción desprecias! Acaso, ¡oh maestro del ritmo!, medites Lo inútil del triste llorar del poeta. Acaso tus hojas, manchadas de luna, Pierdan la ilusión de la primavera. La dulzura tenue del anochecer, Cual negro rocío, tapizó la senda, Teniendo de inmenso dosel a la noche, Que venía grave, preñada de estrellas.
Libro de poemas
RITMO DE OTOÑO
AMARGURA dorada en el paisaje. El corazón escucha. En la tristeza húmeda El viento dijo: —Yo soy todo de estrellas derretidas, Sangre del infinito. Con mi roce descubro los colores De los fondos dormidos. Voy herido de místicas miradas, Yo llevo los suspiros En burbujas de sangre invisibles Hacia el sereno triunfo Del Amor inmortal lleno de Noche. Me conocen los niños, Y me cuajo en tristezas Sobre cuentos de reinas y castillos. Soy copa de la luz. Soy incensario De cantos desprendidos Que cayeron envueltos en azules Transparencias de ritmo. En mi alma perdiéronse solemnes Carne y alma de Cristo, Y finjo la tristeza de la tarde Melancólico y frio. Soy la eterna armonía de la Tierra. El bosque innumerable. Llevo las carabelas de los sueños A lo desconocido. Y tengo la amargura solitaria De no saber mi fin ni mi destino.— Las palabras del viento eran suaves, Con hondura de lirios. Mi corazón durmióse en la tristeza Del crepúsculo. Sobre la parda tierra de la estepa Los gusanos dijeron sus delirios. —Soportamos tristezas Al borde del camino. Sabemos de las flores de los bosques, Del canto monocorde de los grillos, De la lira sin cuerdas que pulsamos, Del oculto sendero que seguimos. Nuestro ideal no llega a las estrellas, Es sereno, sencillo; Quisiéramos hacer miel, como abejas, O tener dulce voz o fuerte grito, O fácil caminar sobre las hierbas, O senos donde mamen nuestros hijos. Dichosos los que nacen mariposas O tienen luz de luna en su vestido. ¡Dichosos los que cortan la rosa Y recogen el trigo! ¡Dichosos los que dudan de la Muerte Teniendo Paraíso, Y el aire que recorre lo que quiere Seguro de infinito. Dichosos los gloriosos y los fuertes, Los que jamás fueron compadecidos, Los que bendijo y sonrió triunfante El hermano Francisco. Pasamos mucha pena Cruzando los caminos. Quisiéramos saber lo que nos hablan Los álamos del río.— Y en la muda tristeza de la tarde Respondióles el polvo del camino: —Dichosos, ¡oh gusanos!, que tenéis Justa conciencia de vosotros mismos, Y formas y pasiones Y hogares encendidos. Yo en el sol me disuelvo Siguiendo al peregrino, Y cuando pienso ya en la luz quedarme Caigo al suelo dormido.— Los gusanos lloraron y los árboles Moviendo sus cabezas pensativos Dijeron:—El azul es imposible. Creimos alcanzarlo cuando niños, Y quisiéramos ser como las águilas Ahora que estamos por el rayo heridos. De las águilas es todo el azul.— Y el águila a lo lejos —¡No, no es mió! Porque el azul lo tienen las estrellas Entre sus claros brillos.— Las estrellas:—Tampoco lo tenemos: Está sobre nosotras escondido.— Y la negra distancia:—El azul Lo tiene la esperanza en su recinto.— Y la esperanza dice quedamente Desde el reino sombrío: —Vosotros me inventasteis corazones.— Y el corazón... ¡Dios Mio! El otoño ha dejado ya sin hojas Los álamos del río. El agua ha adormecido en plata vieja Al polvo del camino. Los gusanos se hunden soñolientos En sus hogares fríos. El águila se pierde en la montaña; El viento dice: «Soy eterno ritmo». Se oyen las nanas a las cunas pobres, Y el llanto del rebaño en el aprisco. La mojada tristeza del paisaje Enseña como un libro Las arrugas severas que dejaron Los ojos pensadores de los siglos. Y mientras que descansan las estrellas Sobre el azul dormido, Mi corazón ve su ideal lejano Y pregunta: ¡Dios mio! Pero, Dios mió, ¿a quién? ¿Quién es Dios mió? ¿Por qué nuestra esperanza se adormece Y sentimos el fracaso lírico Y los ojos se cierran comprendiendo Todo el azul? Sobre el paisaje viejo y el hogar humeante Quiero lanzar mi grito, Sollozando de mí como el gusano Deplora su destino. Pidiendo lo del hombre Amor inmenso y azul como los álamos del rio. Azul de corazones y de fuerza, El azul de mí mismo, Que me ponga en las manos la gran llave Que fuerce al infinito. Sin terror y sin miedo ante la muerte, Escarchado de amor y de lirismo. Aunque me hiera el rayo como al árbol Y me quede sin hojas y sin grito. Ahora tengo en la frente rosas blancas Y la copa rebosando vino.
Libro de poemas
AIRE DE NOCTURNO
TENGO mucho miedo De las hojas muertas, Miedo de los prados Llenos de rocío. Yo voy a dormirme; Si no me despiertas, Dejaré a tu lado mi corazón frío. ¿Qué es eso que suena muy lejos? Amor. El viento en las vidrieras, ¡Amor mió! Te puse collares Con gemas de aurora. ¿Porqué me abandonas En este camino? Si te vas muy lejos Mi pájaro llora Y la verde viña No dará su vino. ¿Qué es eso que suena Muy lejos? Amor. El viento en las vidrieras, ¡Amor mió! Tú no sabrás nunca, Esfinge de nieve, Lo mucho que yo Te hubiera querido Esas madrugadas Cuando tanto llueve Y en la rama seca Se deshace el nido. ¿Qué es eso que suena Muy lejos? Amor. El viento en las vidrieras, ¡Amor mío!
Libro de poemas
NIDO
¿QUÉ es lo que guardo en estos Momentos de tristeza? ¡Ay quien tala mis bosques Dorados y floridos! ¿Qué leo en el espejo de plata conmovida Que la aurora me ofrece Sobre el agua del río? ¿Qué gran olmo de idea Se ha tronchado en mi bosque? ¿Qué lluvia de silencio Me deja estremecido? Si a mi amor dejé muerto En la ribera triste, ¿Qué zarzales me ocultan Algo recién nacido?
Libro de poemas
OTRA CANCIÓN
1919 (Otoño) ¡EL sueño se deshizo para siempre! En la tarde lluviosa Mi corazón aprende La tragedia otoñal Que los árboles llueven. Y en la dulce tristeza Del paisaje que muere Mis voces se quebraron. El sueño se deshizo para siempre. ¡Para siempre! ¡Dios mío! Va cayendo la nieve En el campo desierto De mi vida, Y teme La ilusión, que va lejos, De helarse o de perderse. ¡Cómo me dice el agua Que el sueño se deshizo para siempre! ¿El sueño es infinito? La niebla lo sostiene, Y la niebla es tan sólo Cansancio de la nieve. Mi ritmo va contando Que el sueño se deshizo para siempre. Y en la tarde brumosa Mi corazón aprende La tragedia otoñal Que los árboles llueven.
Libro de poemas
EL MACHO CABRIO
EL rebaño de cabras ha pasado Junto al agua del río. En la tarde de rosa y de zafiro, Llena de paz romántica, Yo miro Al gran macho cabrio. ¡Salve demonio mudo! Eres el más Intenso animal. Místico eterno Del infierno Carnal... ¡Cuántos encantos Tiene tu barba, Tu frente ancha, Rudo don Juan! ¡Qué gran acento el de tu mirada Mefistofélica Y pasional! Vas por los campos Con tu manada Hecho un eunuco ¡Siendo un sultán! Tu sed de sexo Nunca se apaga; ¡Bien aprendiste Del padre Pan! La cabra, Lenta te va siguiendo, Enamorada con humildad; Mas tus pasiones son insaciables; Grecia vieja Te comprenderá. ¡Oh ser de hondas leyendas santas De ascetas flacos y Satanás Con piedras negras y cruces toscas, Con fieras mansas y cuevas hondas Donde te vieron entre la sombra Soplar la llama De lo sexual! ¡Machos cornudos De bravas barbas! ¡Resumen negro a lo medieval! Nacisteis juntos con Filomnedes Entre la espuma casta del mar, Y vuestras bocas La acariciaron Bajo el asombro del mundo astral. Sois de los bosques llenos de rosas Donde la luz es huracán; Sois de los prados de Anacreonte, Llenos con sangre de lo inmortal. ¡Machos cabríos! Sois metamórfosis De viejos sátiros Perdidos ya. Vais derramando lujuria virgen Como no tuvo otro animal. ¡Iluminados del Mediodía! Pararse en firme Para escuchar Que desde el fondo de las campiñas El gallo os dice: ¡Salud!, al pasar.
Canciones, 1921 1924
CANCIÓN DE LAS SIETE DONCELLAS (TEORIA DEL ARCO IRIS)
Cantan las siete doncellas. (Sobre el cielo un arco de ejemplos de ocaso.) Alma con siete voces las siete doncellas. (En el aire blanco, siete largos pájaros.) Mueren las siete doncellas. (¿Por qué no han sido nueve? ¿Por qué no han sido veinte?) El río las trae. Nadie puede verlas.
Canciones, 1921 1924
NOCTURNO ESQUEMATICO
Hinojo, serpiente y junco. Aroma, rastro y penumbra. Aire, tierra y soledad. (La escala llega a la luna.)
Canciones, 1921 1924
LA CANCIÓN DEL COLEGIAL
Sábado. Puerta de jardín. Domingo. Día gris. Gris. Sábado. Arcos azules. Brisa. Domingo. Mar con orillas. Metas. Sábado. Semilla, estremecida. Domingo. (Nuestro amor se pone, amarillo.) El canto quiere ser luz. En lo obscuro el canto tiene, hilos de fósforo y luna. La luz no sabe qué quiere. En sus límites de ópalo, se encuentra ella misma, y vuelve.
Canciones, 1921 1924
TIO-VIVO
Los días de fiesta van sobre ruedas. El tío-vivo los trae y los lleva. Corpus azul. Blanca nochebuena. Los días, abandonan su piel, como las culebras, con la sola excepción de los días de fiesta. Estos son los mismos de nuestras madres viejas. Sus tardes son largas colas de moaré y lentejuelas. Corpus azul. Blanca nochebuena. El tío-vivo gira colgado de una estrella. Tulipán de las cinco partes de la tierra. Sobre caballitos disfrazados de panteras los niños se comen la luna como si fuera una cereza. ¡Rabia, rabia, Marco Polo! Sobre una fantástica rueda, los niños ven lontananzas desconocidas de la tierra. Corpus azul. Blanca nochebuena.
Canciones, 1921 1924
BALANZA
La noche quieta siempre. El día va y viene. La noche muerta y alta. El día con un ala. La noche sobre espejos y el día bajo el viento.
Canciones, 1921 1924
CANCIÓN CON MOVIMIENTO
Ayer. (Estrellas azules.) Mañana. (Estrellitas blancas.) Hoy. (Sueño flor adormecida en el valle de la enagua.) Ayer. (Estrellas de fuego.) Mañana. (Estrellas moradas.) Hoy. (Este corazón ¡Dios mío! ¡Este corazón que salta!) Ayer. (Memoria de estrellas.) Mañana. (Estrellas cerradas.) Hoy... (¡Mañana!) ¿Me marearé quizá sobre la barca? ¡Oh los puentes del Hoy en el camino de agua!
Canciones, 1921 1924
REFRAN
Marzo pasa volando. Y Enero sigue tan alto Enero, sigue en la noche del cielo. Y abajo Marzo es un momento. Enero. Para mis ojos viejos. Marzo. Para mis frescas manos.
Canciones, 1921 1924
TIERRA
Las niñas de la brisa van con sus largas colas.
Canciones, 1921 1924
CIELO
Los mancebos del aire saltan sobre la luna.
Canciones, 1921 1924
CAZADOR
¡Alto pinar! Cuatro palomas por el aire van. Cuatro palomas vuelan y tornan. Llevan heridas sus cuatro sombras. ¡Bajo pinar! Cuatro palomas en la tierra están.
Canciones, 1921 1924
FABULA
Unicornios y cíclopes. Cuernos de oro y ojos verdes. Sobre el acantilado, en tropel gigantesco ilustran el azogue sin cristal, del mar. Unicornios y cíclopes. Una pupila y una potencia. ¿Quién duda la eficacia terrible de esos cuernos? ¡Oculta tus blancos, Naturaleza! Agosto, contraponientes de melocotón y azúcar, y el sol dentro de la tarde, como el hueso en una fruta. La panocha guarda intacta, su risa amarilla y dura. Agosto. Los niños comen pan moreno y rica luna.
Canciones, 1921 1924
ARLEQUÍN
Teta roja del sol. Teta azul de la luna. Torso mitad coral mitad plata y penumbra.
Canciones, 1921 1924
CORTARON TRES ARBOLES
Eran tres. (Vino el día con sus hachas.) Eras dos. (Alas rastreras de plata.) Era uno. Era ninguno. (Se quedó desnuda el agua.)
Canciones, 1921 1924
CANCION CHINA EN EUROPA
La señorita del abanico, va por el puente del fresco río. Los caballeros con sus levitas, miran el puente sin barandillas. La señorita del abanico y los volantes busca marido. Los caballeros están casados, con altas rubias de idioma blanco. Los grillos cantan por el Oeste (La señorita, vá por lo verde.) Los grillos cantan bajo las flores. (Los caballeros, van por el Norte.)
Canciones, 1921 1924
CANCIONCILLA SEVILLANA
Amanecía en el naranjel. Abejitas de oro buscaban la miel. ¿Dónde estará la miel? Está en la flor azul, Isabel. En la flor, del romero aquel. (Sillita de oro para el moro. Silla de oropel para su mujer.) Amanecía, en el naranjel.
Canciones, 1921 1924
CARACOLA
2 Me han traido una caracola. Dentro le canta un mar de mapa. Mi corazón se llena de agua con pececillos de sombra y plata. Me han traido una caracola. El lagarto está llorando. La lagarta está llorando. El lagarto y la lagarta con delantalitos blancos. Han perdido sin querer su anillo de desposados. ¡Ay, su anillito de plomo, ay, su anillito plomado! Un cielo grande y sin gente monta en su globo a los pájaros. El sol, capitán redondo, lleva un chaleco de raso. ¡Miradlos qué viejos son! ¡Qué viejos son los lagartos! ¡Ay cómo lloran y lloran, ¡ay! ¡ay! cómo están llorando!
Canciones, 1921 1924
CANCION CANTADA
En el gris, el pájaro Griffón se vestía de gris. Y la niña Kikirikí perdía su blancor y forma allí. Para entrar en el gris me pinté de gris. ¡Y cómo relumbraba en el gris!
Canciones, 1921 1924
PAISAJE
La tarde equivocada se vistió de frío. Detrás de los cristales turbios, todos los niños, ven convertirse en pájaros un árbol amarillo. La tarde está tendida a lo largo del río, Y un rubor de manzana tiembla en los tejadillos.
Canciones, 1921 1924
CANCION TONTA
Mamá. Yo quiero ser de plata. Hijo, tendrás mucho frío. Mamá. Yo quiero ser de agua. Hijo, tendrás mucho frío. Mamá. Bórdame en tu almohada. ¡Eso sí! ¡Ahora mismo!
Canciones, 1921 1924
CANCIÓN DE GINETE (1860)
En la luna negra de los bandoleros, cantan las espuelas. Caballito negro. ¿Dónde llevas tu ginete muerto? ... Las duras espuelas del bandido inmóvil que perdió las riendas. Caballito frío. ¡Qué perfume de flor de cuchillo! En la luna negra, sangraba el costado de Sierra Morena. Caballito negro. ¿Dónde llevas tu ginete muerto? La noche espolea sus negros ijares clavándose estrellas. Caballito frío. ¡Qué perfume de flor de cuchillo! En la luna negra, ¡un grito! y el cuerno largo de la hoguera. Caballito negro. ¿Dónde llevas tu ginete muerto?
Canciones, 1921 1924
ADELINA DE PASEO
La mar no tiene naranjas, ni Sevilla tiene amor. Morena, qué luz de fuego. Préstame tu quitasol. Me pondrá la cara verde —zumo de lima y limón— tus palabras—pececillos— nadarán alrededor. La mar no tiene naranjas. Ay amor. ¡Ni Sevilla tiene amor! Zarzamora con el tronco gris, dame un racimo para mí. Sangre y espinas. Acercaté. Si tú me quieres, yo te querré. Deja tu fruto de verde y sombra sobre mi lengua, zarzamora. ¡Qué largo abrazo te daría en la penumbra de mis espinas! Zarzamora, ¿dónde vás? A buscar amores que tú no me das. Mi niña se fué a la mar, a contar olas y chinas, pero se encontró, de pronto, con el río de Sevilla. Entre adelfas y campanas con los remos en el agua cinco barcos se mecían, y las velas en la brisa. ¿Quién mira dentro la torre enjaezada, de Sevilla? Cinco voces contestaban redondas como sortijas. El cielo monta gallardo al río, de orilla a orilla, En el aire sonrosado, cinco anillos se mecían.
Canciones, 1921 1924
TARDE
Tres álamos inmensos y una estrella. El silencio mordido por las ranas, semeja una gasa pintada con lunaritos verdes. En el río, un árbol seco, ha florecido en círculos concéntricos. Y he soñado sobre las aguas, a la morenita de Granada. CANCIÓN DE GINETE Córdoba. Lejana y sola. Jaca negra, luna grande, y aceitunas en mi alforja. Aunque sepa los caminos yo nunca llegaré a Córdoba. Por el llano, por el viento, jaca negra, luna roja. La muerte me está mirando desde las torres de Córdoba. ¡Ay qué camino tan largo! ¡Ay mi jaca valerosa! ¡Ay que la muerte me espera, antes de llegar a Córdoba! Córdoba. Lejana y sola.
Canciones, 1921 1924
ES VERDAD
¡Ay qué trabajo me cuesta quererte como te quiero! Por tu amor me duele el aire, el corazón y el sombrero. ¿Quién me compraría a mí, este cintillo que tengo y esta tristeza de hilo blanco, para hacer pañuelos? ¡Ay qué trabajo me cuesta quererte como te quiero! Arbolé arbolé seco y verdé. La niña del bello rostro está cogiendo aceituna. El viento, galán de torres, la prende por la cintura. Pasaron cuatro ginetes, sobre jacas andaluzas con trajes de azul y verde, con largas capas obscuras. «Vente a Córdoba, muchacha.» La niña no los escucha. Pasaron tres torerillos delgaditos de cintura, con trajes color naranja y espadas de plata antigua. «Vente a Sevilla, muchacha.» La niña no los escucha. Cuando la tarde se puso morada, con luz difusa, pasó un joven que llevaba rosas y mirtos de luna. «Vente a Granada, muchacha». y la niña no lo escucha. La niña del bello rostro sigue cogiendo aceituna, con el brazo gris del viento ceñido por la cintura. Arbolé arbolé seco y verdé. Galán, galancillo. En tu casa queman tomillo. Ni que vayas, ni que vengas, con llave cierro la puerta. Con llave de plata fina. Atada con una cinta. En la cinta hay un letrero: Mi corazón está lejos. No des vueltas en mi calle. ¡Déjasela toda al aire! Galán, galancillo. En tu casa queman tomillo.
Canciones, 1921 1924
VERLAINE
La canción, que nunca diré, se ha dormido en mis labios. La canción, que nunca diré. Sobre las madreselvas había una luciérnaga, y la luna picaba con un rayo en el agua. Entonces yo soñé, la canción, que nunca diré. Canción llena de labios y de cauces lejanos. Canción llena de horas perdidas en la sombra. Canción de estrella viva sobre un perpetuo día.
Canciones, 1921 1924
BACO
Verde rumor intacto. La higuera me tiende sus brazos. Como una pantera, su sombra, acecha mi lírica sombra. La luna cuenta los perros. Se equivoca y empieza de nuevo. Ayer, mañana, negro y verde, rondas mi cerco de laureles. Quién te querría como yo, si me cambiaras el corazón? ... Y la higuera me grita y avanza terrible y multiplicada.
Canciones, 1921 1924
JUAN RAMÓN JIMENEZ
En el blanco infinito, nieve, nardo y salina, perdió su fantasía. El color blanco, anda, sobre una muda alfombra de plumas de paloma. Sin ojos ni ademán inmovil sufre un sueño. Pero tiembla por dentro. En el blanco infinito, ¡qué pura y larga herida dejó su fantasía! En el blanco infinito. Nieve. Nardo. Salina.
Canciones, 1921 1924
VENUS
La joven muerta en la concha de la cama, desnuda de flor y brisa surgía en la luz perenne. Quedaba el mundo, lirio de algodón y sombra, asomado a los cristales viendo el tránsito infinito. La joven muerta, surcaba el amor por dentro. Entre la espuma de las sábanas se perdía su cabellera.
Canciones, 1921 1924
DEBUSSY
Mi sombra va silenciosa por el agua de la acequia. Por mi sombra están las ranas privadas de las estrellas. La sombra manda a mi cuerpo reflejos de cosas quietas. Mi sombra va como inmenso cínife color violeta. Cien grillos quieren dorar la luz de la cañavera. Una luz nace en mi pecho, reflejado, de la acequia.
Canciones, 1921 1924
NARCISO
Niño. ¡Que te vas a caer al río! En lo hondo hay una rosa y en la rosa hay otro río. ¡Mira aquél pájaro! ¡Mira aquel pájaro amarillo! Se me han caído los ojos dentro del agua. ¡Dios mío! ¡Que se resbala! ¡Muchacho! ... y en la rosa estoy yo mismo. Cuando se perdió en el agua, comprendí. Pero no explico.
Canciones, 1921 1924
RIBEREÑAS
Dicen que tienes cara (Balalín) de luna llena. (balalán) Cuantas campanas ¿oyes? (balalín) No me dejan. (¡Balalán!) Pero tus ojos.. ¡Ah! (balalín) ..perdona, tus ojeras... (balalán) y esa risa de oro (balalín) y esa.. no puedo, esa... (balalán) Su duro miriñaque las campanas golpean. ¡Oh, tu encanto secreto... tu... (balalín lín lín lín...) Dispensa.
Canciones, 1921 1924
A IRENE GARCÍA (criada)
En el soto, los alamillos bailan uno con otro. Y el arbolé, con sus cuatro hojita s baila también. ¡Irene! Luego vendrán las lluvias y las nieves. Baila sobre lo verde. Sobre lo verde verde, que te acompaño yo. ¡Ay como corre el agua! ¡Ay mi corazón! En el soto, los alamillos bailan uno con otro. Y el arbolé, con sus cuatro hojitas baila también.
Canciones, 1921 1924
AL OIDO DE UNA MUCHACHA
No quise. No quise decirte nada. Ví en tus ojos dos arbolitos locos. De brisa, de risa y de oro. Se meneaban. No quise. No quise decirte nada. Las gentes iban y el otoño venía. Las gentes, iban a lo verde. Llevaban gallos y guitarras alegres. Por el reino de las simientes. El río soñaba, corría la fuente. ¡Salta, corazón caliente! Las gentes, iban a lo verde. El otoño venía amarillo de estrellas, pájaros macilentos y ondas concéntricas. Sobre el pecho almidonado, la cabeza. ¡Párate, corazón de cera! Las gentes iban y el otoño venía.
Canciones, 1921 1924
CANCION DEL MARIQUITA
El mariquita se peina en su peinador de seda. Los vecinos se sonríen en sus ventanas postreras. El mariquita organiza los bucles de su cabeza. Por los patios gritan loros, surtidores y planetas. El mariquita se adorna con un jazmín sirvegüenza. La tarde se pone extraña de peines y enredaderas. El escándalo temblaba rayado como una cebra. ¡Los mariquitas del Sur, cantan en las azoteas!
Canciones, 1921 1924
ARBOL DE CANCIÓN
Caña de voz y gesto, una vez y otra vez tiembla sin esperanza en el aire de ayer. La niña suspirando lo quería coger; pero legaba siempre un minuto después. ¡Ay sol! ¡Ay luna, luna! Un minuto después. Sesenta flores grises enredaban sus pies. Mira cómo se mece una vez y otra vez, virgen de flor y rama, en el aire de ayer. Naranja y limón. ¡Ay la niña del mar amor! Limón y naranja. ¡Ay de la niña, de la niña blanca! Limón. (Cómo brillaba el sol.) Naranja. (En las chinas del agua.)
Canciones, 1921 1924
LA CALLE DE LOS MUDOS
Detrás de las inmóviles vidrieras las muchachas juegan con sus risas. (En los pianos vacíos, arañas titiriteras.) Las muchachas hablan con sus novios agitando sus trenzas apretadas. (Mundo del abanico, el pañuelo y la mano.) Los galanes replican haciendo, alas y flores con sus capas negras.
Canciones, 1921 1924
LA LUNA ASOMA
Cuando sale la luna se pierden las campanas y aparecen las sendas impenetrables. Cuando sale la luna, el mar cubre la tierra y el corazón se siente isla en el infinito. Nadie come naranjas bajo la luna llena. Es preciso comer, fruta verde y helada. Cuando sale la luna de cien rostros iguales, la moneda de plata solloza en el bolsillo.
Canciones, 1921 1924
DOS LUNAS DE TARDE
1 La luna está muerta, muerta; pero resucita en la primavera. Cuando en la frente de los chopos se rice el viento del sur. Cuando den nuestros corazones su cosecha de suspiros. Cuando se pongan los tejados sus sombreritos de yerba. La luna está muerta, muerta; pero resucita en la primavera. 2 La tarde canta. una «berceuse» a las naranjas. Mi hermanita canta: La tierra es una naranja. La luna llorando dice: Yo quiero ser una naranja. No puede ser, hija mía, aunque te pongas rosada Ni siquiera limoncito. ¡Qué lástima!
Canciones, 1921 1924
LUNES, MIÉRCOLES Y VIERNES
Yo era. Yo fuí. Pero no soy. Yo era... (¡Oh fauce maravillosa la del ciprés y su sombra! Angulo de luna llena.) Yo fuí... La luna estaba de broma diciendo que era una rosa. (Con una capa de viento mi amor se arrojó a las olas.) Pero no soy... (Ante una vidriera rota coso mi lírica ropa.)
Canciones, 1921 1924
MURIO AL AMANECER
Noche de cuatro lunas y un solo árbol, con una sola sombra y un solo pájaro. Busco en mi carne las huellas de tus labios. El manantial besa al viento sin tocarlo. Llevo el Nó que me diste, en la palma de la mano, como un limón de cera casi blanco. Noche de cuatro lunas y un solo árbol. En la punta de una aguja, está mi amor ¡girando!
Canciones, 1921 1924
PRIMER ANIVERSARIO
La niña va por mi frente. ¡Oh, qué antiguo sentimiento! ¿De qué me sirve, pregunto, la tinta, el papel y el verso? Carne tuya me parece, rojo lirio, junco fresco. Morena de luna llena. ¿Qué quieres de mi deseo?
Canciones, 1921 1924
SEGUNDO ANIVERSARIO
La luna clava en el mar un largo cuerno de luz. Unicornio gris y verde, estremecido pero extático. El cielo flota sobre el aire como una inmensa flor de loto. (¡Oh, tú sola paseando la última estancia de la noche!)
Canciones, 1921 1924
FLOR
El magnífico sauce de la lluvia, caía. ¡Oh la luna redonda sobre las ramas blancas!
Canciones, 1921 1924
SUSTO EN EL COMEDOR
Eras rosa. Te pusiste alimonada. ¿Qué intención viste en mi mano que casi te amenazaba? Quise las manzanas verdes. No las manzanas rosadas... alimonada... (Grulla dormida la tarde, puso en tierra la otra pata.)
Canciones, 1921 1924
LUCÍA MARTÍNEZ
Lucía Martínez. Umbría de seda roja. Tus muslos como la tarde van de luz a la sombra. Los azabaches recónditos oscurecen tus magnolias. Aquí estoy, Lucía Martínez. Vengo a consumir tu boca y arrastrarte del cabello en madrugada de conchas. Porque quiero, y porque puedo. Umbría de seda roja.
Canciones, 1921 1924
LA SOLTERA EN MISA
Bajo el Moisés del incienso, adormecida. Ojos de toro te miraban. Tu rosario llovía. Con ese traje de profunda seda, no te muevas, Virginia. Da los negros melones de tus pechos al rumor de la misa.
Canciones, 1921 1924
INTERIOR
Ni quiero ser poeta, ni galante. ¡Sábanas blancas donde te desmayes! No conoces el sueño ni el resplandor del día. Como los calamares, ciegas desnuda en tinta de perfume. Carmen.
Canciones, 1921 1924
NU
Bajo la adelfa sin luna estabas fea desnuda. Tu carne buscó en mi mapa el amarillo de España. Qué fea estabas, francesa, en lo amargo de la adelfa. Roja y verde, eché a tu cuerpo la capa de mi talento. Verde y roja,roja y verde. ¡Aquí somos otra gente!
Canciones, 1921 1924
SERENATA
Por las orillas del río se está la noche mojando y en los pechos de Lolita se mueren de amor los ramos. Se mueren de amor los ramos. La noche canta desnuda sobre los puentes de Marzo. Lolita lava su cuerpo con agua salobre y nardos. Se mueren de amor los ramos. La noche de anís y plata relumbra por los tejados. Plata de arroyos y espejos. Anís de tus muslos blancos. Se mueren de amor los ramos.
Canciones, 1921 1924
EN MALAGA
Suntuosa Leonarda. Carne pontifical y traje blanco, en las barandas de «Villa Leonarda». Expuesta a los tranvías y a los barcos. Negros torsos bañistas oscurecen la ribera del mar. Oscilando —concha y loto a la vez— viene tu culo de Ceres en retórica de mármol.
Canciones, 1921 1924
ESCENA
Altas torres. Largos ríos.
Canciones, 1921 1924
HADA
Toma el anillo de bodas que llevaron tus abuelos. Cien manos, bajo la tierra, lo están echando de menos. YO Voy a sentir en mis manos una inmensa flor de dedos y el símbolo del anillo. No lo quiero. Altas torres. Largos ríos.
Canciones, 1921 1924
MALESTAR Y NOCHE
Abejaruco. En tus árboles oscuros. Noche de cielo balbuciente y aire tartamudo. Tres borrachos eternizan sus gestos de vino y luto. Los astros de plomo giran sobre un pie. Abejaruco. En tus árboles oscuros. Dolor de sien oprimida con guirnalda de minutos. ¿Y tu silencio? Los tres borrachos cantan desnudos. Pespunte de seda virgen tu canción. Abejaruco. Uco uco uco uco. Abejaruco.
Canciones, 1921 1924
EL NIÑO MUDO
El niño busca su voz. (La tenía el rey de los grillos.) En una gota de agua buscaba su voz el niño. No la quiero para hablar; me haré con ella un anillo, que llevará mi silencio en su dedo pequeñito. En una gota de agua buscaba su voz el niño. (La voz cautiva, a lo lejos, se ponía un traje de grillo.)
Canciones, 1921 1924
EL NIÑO LOCO
Yo decía: «Tarde». Pero no era así. La tarde era otra cosa que ya se había marchado. (Y la luz encogía sus hombros como una niña.) «Tarde».¡Pero es inútil! esta es falsa, esta tiene media luna de plomo. La otra no vendrá nunca. (Ya la luz como la ven todos, jugaba a la estatua con el niño loco.) Aquella era pequeña y comía granadas. Esta es grandota y verde, yo no puedo tomarla en brazos ni vestirla. ¿No vendrá? ¿Cómo era? (Y la luz que se iba, dió una broma. Separó al niño loco de su sombra.)
Canciones, 1921 1924
DESPOSORIO
Tirad ese anillo al agua. (La sombra apoya sus dedos sobre mi espalda.) Tirad ese anillo. Tengo más de cien años. ¡Silencio! ¡No preguntadme nada! Tirad ese anillo al agua.
Canciones, 1921 1924
DESPEDIDA
Si muero, dejad el balcón abierto. El niño come naranjas. (Desde mi balcón lo veo.) El segador siega el trigo. (Desde mi balcón lo siento.) ¡Si muero, dejad el balcón abierto!
Canciones, 1921 1924
SUICIDIO
El jovencillo se olvidaba. Eran las diez de la mañana. Su corazón se iba llenando, de alas rotas y flores de trapo. Notó que ya no le quedaba, en la boca mas que una palabra. Y al quitarse los guantes, caía, de sus manos, suave ceniza. Por el balcón se veía una torre. El se sintió balcón y torre. Vió, sin duda, cómo le miraba el reloj detenido en su caja. Vió su sombra tendída y quieta, en el blanco diván de seda. Y el joven rígido, geométrico, con un hacha rompió el espejo. Al romperlo, un gran chorro de sombra, inundó la quimérica alcoba.
Canciones, 1921 1924
CANCIONCILLA DEL PRIMER DESEO
En la mañana verde, quería ser corazón. Corazón. Y en la tarde madura quería ser ruiseñor. Ruiseñor. (Alma, ponte color naranja. Alma, ponte color de amor.) En la mañana viva, yo quería ser yo. Corazón. Y en la tarde caida quería ser mi voz Ruiseñor. ¡Alma, ponte color naranja. Alma, ponte color de amor!
Canciones, 1921 1924
EN EL INSTITUTO Y EN LA UNIVERSIDAD
La primera vez no te conocí. La segunda, sí. Dime si el aire te lo dice. Mañanita fría yo me puse triste, y luego me entraron ganas de reirme. No te conocí. Sí me conociste. Sí te conocí. No me conociste. Ahora entre los dos se alarga impasible, un mes, como un biombo de días grises. La primera vez no te conocí. La segunda, sí.
Canciones, 1921 1924
MADRIGALILLO
Cuatro granados tiene tu huerto. (Toma mi corazón nuevo.) Cuatro cipreses tendrá tu huerto. (Toma mi corazón viejo.) Sol y luna. Luego... ¡ni corazón, ni huerto!
Canciones, 1921 1924
ECO
Ya se ha abierto la flor de la aurora. (¿Recuerdas, el fondo de la tarde?) El nardo de la luna derrama su olor frío. (¿Recuerdas la mirada de Agosto?
Canciones, 1921 1924
IDILIO
Tú querías que yo te dijera el secreto de la primavera. Y yo soy para el secreto lo mismo que es el abeto. Arbol cuyos mil deditos señalan mil caminitos. Nunca te diré, amor mío, porqué corre lento el río. Pero pondré en mi voz estancada el rielo ceniza de tu mirada. ¡Dame vueltas, morenita! Ten cuidado con mis hojitas. Dame mas vueltas alrededor, jugando a la noria del amor. ¡Ay! No puedo decirte, aunque quisiera, el secreto de la primavera. Narciso. Tu olor Y el fondo del río. Quiero quedarme a tu vera. Flor del amor. Narciso. Por tus blancos ojos cruzan ondas y peces dormidos. Pájaros y mariposas japonizan en los míos. Tú diminuto y yo grande. Flor del amor. Narciso. Las ranas ¡qué listas son! Pero no dejan tranquilo el espejo en que se miran tu delirio y mi delirio. Narciso. Mi dolor. Y mi dolor mismo.
Canciones, 1921 1924
GRANADA Y 1850
Desde mi cuarto oigo el surtidor. Un dedo de la parra y un rayo de sol, señalan hacia el sitio de mi corazón. Por el aire de Agosto se van las nubes. Yo, sueño que no sueño dentro del surtidor.
Canciones, 1921 1924
PRELUDIO
Las alamedas se van, pero dejan su reflejo. Las alamedas se van, pero nos dejan el viento. Pero ha dejado flotando sobre los ríos, sus ecos. El mundo de las luciérnagas ha invadido mis recuerdos. Un corazón diminuto me va brotando en los dedos. Sobre el cielo verde, un lucero verde ¿qué ha de hacer, amor, ¡ay! sino perderse? Las torres fundidas con la niebla fría, ¿cómo han de mirarnos con sus ventanitas? Cien luceros verdes sobre un cielo verde, no ven a cien torres blancas, en la nieve. Y esta angustia mía para hacerla viva, he de decorarla con rojas sonrisas.
Canciones, 1921 1924
SONETO
Largo espectro de plata conmovida el vento de la noche suspirando, abrió con mano gris mi vieja herida y se alejó: yo estaba deseando. Llaga de amor que me dará la vida perpetua sangre y pura luz brotando. Grieta en que Filomela enmudecida tendrá bosque, dolor y nido blando. ¡Ay qué dulce rumor en mi cabeza! Me tenderé junto a la flor sencilla donde flota sin alma tu belleza. Y el agua errante se pondrá amarilla, mientras corre mi sangre en la maleza mojada y olorosa de la orilla.
Canciones, 1921 1924
DE OTRO MODO
La hoguera pone al campo de la tarde, unas astas de ciervo enfurecido. Todo el valle se tiende. Por sus lomos, caracolea el vientecillo. El aire cristaliza bajo el humo. —Ojo de gato triste y amarillo—. Yo en mis ojos, paseo por las ramas. Las ramas se pasean por el río. Llegan mis cosas esenciales. Son estribillos de estribillos. Entre los juncos y la baja-tarde, ¡qué raro que me llame Federico!
Canciones, 1921 1924
CANCIÓN DE NOVIEMBRE Y ABRIL
El cielo nublado pone mis ojos blancos. Yo, para darles vida, les acerco una flor amarilla. No consigo turbarlos. Siguen yertos y blancos. (Entre mis hombros vuela mi alma dorada y plena.) El cielo de Abril pone mis ojos de añil. Yo, para darles alma, les acerco una rosa blanca. No consigo infundir lo blanco en el añil. (Entre mis hombros vuela mi alma impasible y ciega.) Agua, ¿dónde vas? Riyendo voy por el río a las orillas del mar. Mar, ¿adónde vas? Río arriba voy buscando fuentes donde descansar. Chopo, y tú ¿qué harás? No quiero decirte nada. Yo... ¡temblar! ¿Qué deseo, qué no deseo, por el río y por la mar? (Cuatro pájaros sin rumbo en el alto chopo están.)
Canciones, 1921 1924
EL ESPEJO ENGAÑOSO
Verde rama exenta de ritmo y de pájaro. Eco de sollozo sin dolor ni labio. Hombre y Bosque. Lloro frente al mar amargo. ¡Hay en mis pupilas dos mares cantando!
Canciones, 1921 1924
CANCION INÚTIL
Rosa futura y vena contenida, amatista de ayer y brisa de ahora mismo, ¡quiero olvidarlas! Hombre y pez en sus medios, bajo cosas flotantes, esperando en el alga o en la silla su noche, ¡quiero olvidarlas! Yo. ¡Sólo yo! ¡Sólo yo!
Canciones, 1921 1924
HUERTO DE MARZO
Mi manzano tiene ya sombra y pájaros. ¡Qué brinco da mi sueño de la luna al viento! Mi manzano, da a lo verde sus brazos. ¡Desde Marzo, cómo veo la frente blanca de Enero! Mi manzano... (viento bajo). Mi manzano... (cielo alto).
Canciones, 1921 1924
DOS MARINOS EN LA ORILLA
1.º Se trajo en el corazón un pez del Mar de la China. A veces se ve cruzar diminuto por sus ojos. Olvida siendo marino los bares y las naranjas. Mira al agua. 2.º Tenía la lengua de jabón. Lavó sus palabras y se calló. Mundo plano, mar rizado, cien estrellas y su barco. Vió los balcones del Papa y los pechos dorados de las cubanas. Mira al agua.
Canciones, 1921 1924
ANSIA DE ESTATUA
Rumor. Aunque no quede más que el rumor. Aroma. Aunque no quede más que el aroma. Pero arranca de mi el recuerdo y el color de las viejas horas. Dolor. Frente al mágico y vivo dolor. Batalla. En la auténtica y sucia batalla. ¡Pero quita la gente invisible que rodea perenne mi casa!
Canciones, 1921 1924
CANCIÓN DEL NARANJO SECO
Leñador. Córtame la sombra. Líbrame del suplicio de verme sin toronjas. ¿Por qué nací entre espejos? El día me da vueltas. Y la noche me copia en todas sus estrellas. Quiero vivir sin verme. Y hormigas y vilanos, soñaré que son mis hojas y mis pájaros. Leñador. Córtame la sombra. Líbrame del suplicio de verme sin toronjas.
Canciones, 1921 1924
CANCIÓN DEL DIA QUE SE VA
¡Qué trabajo me cuesta dejarte marchar, día! Te vás lleno de mí, vuelves sin conocerme. ¡Qué trabajo me cuesta dejar sobre tu pecho posibles realidades de imposibles minutos! En la tarde, un Perseo te lima las cadenas, y huyes sobre los montes hiriéndote los pies. No pueden seducirte mi carne ni mi llanto, ni los ríos en donde duermes tu siesta de oro. Desde Oriente a Occidente llevo tu luz redonda. Tu gran luz que sostiene mi alma, en tensión aguda. Desde Oriente a Occidente, ¡qué trabajo me cuesta llevarte con tus pájaros y tus brazos de viento!
Poema del cante jondo
BALADILLA DE LOS TRES RIOS
El río Guadalquivir va entre naranjos y olivos. Los dos ríos de Granada bajan de la nieve al trigo. ¡Ay, amor que se fué y no vino! El río Guadalquivir tiene las barbas granates. Los dos ríos de Granada uno llanto y otro sangre. ¡Ay, amor que se fué por el aire! Para los barcos de vela, Sevilla tiene un camino: por el agua de Granada sólo reman los suspiros. ¡Ay, amor que se fué y no vino! Guadalquivir, alta torre y viento en los naranjales. Dauro y Genil, torrecillas muertas sobre los estanques. ¡Ay, amor que se fué por el aire! ¡Quién dirá que el agua lleva un fuego fatuo de gritos! ¡Ay, amor que se fué y no vino! Andalucía, a tus mares. Lleva azahar, lleva olivas, ¡Ay, amor que se fué por el aire!
Poema del cante jondo
LA GUITARRA
Empieza el llanto de la guitarra. Se rompen las copas de la madrugada. Empieza el llanto de la guitarra. Es inútil callarla. Llora monótona como llora el agua, como llora el viento sobre la nevada. Es imposible callarla. Llora por cosas lejanas. Arena del Sur caliente que pide camelias blancas. Llora flecha sin blanco, la tarde sin mañana, y el primer pájaro muerto sobre la rama. ¡Oh guitarra! Corazón malherido por cinco espadas.
Poema del cante jondo
EL GRITO
La elipse de un grito, va de monte a monte. Desde los olivos, será un arco iris negro sobre la noche azul. Como un arco de viola, el grito ha hecho vibrar largas cuerdas del viento. (Las gentes de las cuevas asoman sus velones).
Poema del cante jondo
EL SILENCIO
Oye, hijo mío, el silencio. Es un silencio ondulado, un silencio, donde resbalan valles y ecos y que inclina las frentes hacia el suelo.
Poema del cante jondo
EL PASO DE LA SIGUIRIYA
Entre mariposas negras, va una muchacha morena junto a una blanca serpiente de niebla. Tierra de luz cielo de tierra. Va encadenada al temblor de un ritmo que nunca llega: tiene el corazón de plata y un puñal en la diestra. ¿Adónde vas siguiriya con un ritmo sin cabeza? ¿Qué luna recogerá tu dolor del cal y adelfa? Tierra de luz cielo de tierra.
Poema del cante jondo
DESPUES DE PASAR
Los niños miran un punto lejano. Los candiles se apagan. Unas muchachas ciegas preguntan a la luna, y por el aire ascienden espirales de llanto. Las montañas miran un punto lejano.
Poema del cante jondo
Y DESPUES
Los laberintos que crea al tiempo, se desvanecen. (Sólo queda el desierto). El corazón, fuente del deseo, se desvanece. (Sólo queda el desierto). La ilusión de la aurora y los besos, se desvanecen. Sólo queda el desierto. Un ondulado desierto.
Poema del cante jondo
POEMA DE LA SOLEÁ
Tierra seca, tierra quieta de noches inmensas. (Viento en el olivar, viento en la sierra). Tierra vieja del candil y la pena. Tierra de las hondas cisternas. Tierra de la muerte sin ojos y las flechas. (Viento por los caminos. Brisa en las alamedas).