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2
411
Monjes que de la vida en el combate pedisteis paz al claustro silencioso: al que es iris de calma en las tormentas rogadle por nosotros.
40
4
Fuego sutil dentro mi cuerpo todo Presto discurre; los inciertos ojos Vagan sin rumbo; los oídos hacen Ronco zumbido.
17
4
Para no ser soldados muchos se casan y es más cruel la guerra que luego pasan y así hay casados que dieran una oreja por ser soldados.
31
7
A la vera del camino hay una fuente de piedra, y un cantarillo de barro gluglú que nadie se lleva.
0
4
Aquí las enseñas fueron desplegadas, así de los reyes como de varones, y todas las naves de fecho entoldadas y vistos en pronto inmensos pendones: en unos las cruces, en otros bastones, en los otros pomas, lirios y calderas, en otros las jarras, en otros veneras, en otros castillos y bravos leones.
2
9
Mi décima es la manera De rimar una sonrisa Y la suave y fresca brisa Que despeina la palmera. Mi décima es primavera Para refrescar la planta Ave rauda que levanta El vuelo del corazón Y luego en el diapasón Del laúd se posa y canta
14
10
la que con una palabra le trajo hasta su aposento, y tamañito le puso dando qué decir al cielo;
0
4
Del ave que sabe la ardiente plegaria, Que al santo eremita de alma visionaria Abre la dorada puerta celestial. Aurea cotovia, que Nuestra Señora La Virgen, al Niño le da, cuando llora Desnudo en la cuna de paja trigal.
36
6
Y según lo que se alcanza, cuatro veces fue mostrada la Cruz bienaventurada en diversa semejanza antes de santificada. A Set en ramo se da, y en árbol a Salomón en el Líbano, do está, y a la reina de Sabá en palo hecho pontón.
6
10
le dije: «Con bien claros desengaños descubro que el servirte me granjea presentes miedos de futuros daños.
43
3
La virtud está en ser tranquilo y fuerte; con el fuego interior todo se abrasa; se triunfa del rencor y de la muerte, y hacia Belén... ¡la caravana pasa!
35
4
A vos, cordura y razón Os andan siempre llevando El cuerpo preso: Honestidad, discreción Andan siempre acompañando A vuestro seso.
16
6
Verdugos de ideales afligieron la tierra, en un pozo de sombra la humanidad se encierra con los rudos molosos del odio y de la guerra.
44
3
¿Lamentará la juventud perdida? Lejos quedó la pobre loba muerta. ¿La blanca juventud nunca vivida, teme, que ha de cantar ante su puerta?
35
4
Su horrenda voz, no su dolor interno, cabras aquí le interrumpieron, cuantas vagas el pie, sacrílegas el cuerno a Baco se atrevieron en sus plantas. Mas, conculcado el pámpano más tierno viendo el fiero pastor, voces él tantas, y tantas despidió la honda piedras, que el muro penetraron de las hiedras.
22
8
Díceme aquel enemigo que no me ha de aprovechar, y que vos me habéis de dar, como a adúltera, castigo;
27
4
Almas que sois devotas fuisteis criadas adorad la belleza tan soberana. Esposa que a Jesús enamora María yo te entrego mi vida mis ojos ruega a Dios por nosotros.
1
10
La inclinación o fuerza del destino, y de qué estrellas consta y se compone, y cómo influye este planeta o signo,
43
3
Esto que traigo en el pecho no es posible que es amor, porque parece un ardor de muchos infiernos hecho:
27
4
Nueva primavera admiran los campos en su semblante que, como lo vieron flor, como a su Flora la aplauden.
0
4
Pues es fuerza casarme chica la quiero ya que son malas todas del mal el menos Dios me la guarde que aunque chica, bien puedes Hacerme grande.
31
7
Que él no comprende el tormento Que tu espíritu combate, Ese amargo sentimiento Que tu noble orgullo abate, Nacido en tu pensamiento.
26
5
lo que impaciente estuve yo escuchando, porque vi sus razones ser saetas que iban mi alma y corazón clavando.
43
3
Conde Niño por amores es niño y pasó la mar; va a dar agua a su caballo la mañana de San Juan. Mientras el caballo bebe él canta dulce cantar; todas las aves del cielo se paraban a escuchar, caminante que camina olvida su caminar, navegante que navega la nave vuelve hacia allá. La reina estaba labrando, la hija durmiendo está. Levantaos, Albaniña, de vuestro dulce folgar sentiréis cantar hermoso la sirenita del mar. No es la sirenita, madre, la de tan bello cantar, sino es el conde Niño que por mí quiere finar. ¡Quién le pudiese valer en su tan triste penar! Si por tus amores pena, ¡oh, mal haya su cantar! Y porque nunca los goce yo le mandaré matar. Si le manda matar, madre, juntos nos han de enterrar. El murió a la media noche, ella a los gallos cantar; a ella, como hija de reyes, la entierran en el altar; a él, como hijo de conde, unos pasos más atrás. De ella nació un rosal blanco, de él nació un espino albar; crece el uno, crece el otro, los dos se van a juntar; las ramitas que se alcanzan fuertes abrazos se dan, y las que no se alcanzaban no dejan de suspirar. La reina, llena de envidia, ambos los mandó cortar; el galán que los cortaba no cesaba de llorar. Della naciera una garza, del un fuerte gavilán; juntos vuelan por el cielo, juntos vuelan par a par.
28
52
Dejan torre y capitel, Y entran por los rosetones Las sombras huyendo dél, Plegándose en los rincones En fantástico tropel.
26
5
La fugitiva ninfa, en tanto, donde hurta un laurel su tronco al sol ardiente, tantos jazmines cuanta hierba esconde la nieve de sus miembros, da una fuente. Dulce se queja, dulce le responde un ruiseñor a otro, y dulcemente al sueño da sus ojos la armonía, por no abrasar con tres soles el día.
22
8
Estaba tan embebido, tan absorto y ajenado, que se quedó mi sentido de todo sentir privado, y el espíritu dotado de un entender no entendiendo. toda ciencia trascendiendo.
34
7
En esto pareció que cobró el día un nuevo resplandor, y el aire oyóse herir de una dulcísima armonía.
43
3
¿Qué por lo que quieras pase?... He repasaíto mis libros; me tiene cuenta dejarte.
41
3
Esta luz, este fuego que devora. Este paisaje gris que me rodea. Este dolor por una sola idea. Esta angustia de cielo, mundo y hora.
10
4
el Amor. Allá surge Sigurd que al Cid se aúna, cerca de Dulcinea brilla el rayo de luna,
7
2
De flores y esmeraldas, en las frescas mañanas escogidas, haremos las guirnaldas en tu amor florecidas, y en un cabello mío entretejidas:
19
5
Levantada, pues, Psique al nuevo día, después que el volador dios desparece, sin ver ninguna, mil damas oía, que a su servicio cada cual se ofrece. Ella se lava y peina, y repartía el cabello en mitad, como parece; y estando así, entre sí dice gozosa: "¿Quién como yo en el mundo hay hoy dichosa?.
21
8
No al Cíclope atribuye, no, la ofrenda; no a sátiro lascivo, ni a otro feo morador de las selvas, cuya rienda el sueño aflija, que aflojó el deseo. El niño dios, entonces, de la venda, ostentación gloriosa, alto trofeo quiere que al árbol de su madre sea el desdén hasta allí de Galatea.
22
8
Generalmente cesó rugido y todo tumulto, y con muy honesto bulto la dehesa comenzó su fabla, y les preguntó: Amigos, ¿dónde partisteis o de qué reino vinisteis?... o qué barca acá pasó.
3
8
Todas las pérdidas sé José. Por su bien todos les hablo Pablo. Contra la Junta dió el voto Peroto. Porque su mal bien les noto y el local pagan sin tino No tragamos el molino José, Juan Pablo y Peroto.
24
10
No te detenga con amantes brazos Marte, que deja su rigor por verte, Ni el que por suerte se llamó tu esposo Sin merecerlo.
17
4
Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos, que son dos hormigueros solitarios, y son mis manos sin las tuyas varios intratables espinos a manojos.
10
4
Ha tenido que ser Dios un día que estaba triste. No tiene otra explicación.
42
3
Subí a la muraya me respondió er biento: ¿Pa qué bienen tantos suspiritos si ya no hay remedio?
32
4
Como selva guerreada del aflato del Logroño, sobre quien pasa el otoño y su robadora helada, finca sola y despoblada, tal fincó vuestra ciudad y con tanta soledad, cual sin Héctor su mesnada.
3
9
Aubrey Beardsley se desliza como un silfo zahareño; con carbón, nieve y ceniza da carne y alma al ensueño.
9
4
Árbol bienaventurado, de cuyos brazos colgó el precio que se nos dio del siglo, por él comprado; y hecho balanza y peso del cuerpo precioso, tierno, trajo el robo del infierno, tantos tiempos allí presos.
4
8
Las sílabas cuenta y guarda el acento producto y correcto; pues en geometría Euclides no tuvo tan gran sentimiento, ni llegó Atalante en astrología; oyó los secretos de filosofía y los fuertes pasos de naturaleza; obtuvo el intento de su gran pureza y profundamente vio la poesía.
2
8
Para ti la existencia no tendrá un goce ni habrá para tus penas ningún remedio y, unas veces sintiendo del mal el roce, otras veces henchido de amargo tedio, para ti la existencia no tendrá un goce.
25
5
En la parte adversa, bien como señora o reina de todos, era la bandera, la cual contenía la devoradora bicha milanesa, fiera y temedera. Y luego cercana como compañera, que era la cruz, señal genovesa; águilas y flores en la gran empresa honraban las proas por la delantera.
2
9
Guardo constante la promesa antigua de que ella sola me sería cara, aunque pasara las estigias olas con Aqueronte.
17
4
Quiero minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera y desamordazarte y regresarte.
43
3
SAN SERENÍN, padre maestro, Esa luz que no apagarán Todas las borrascas del mundo, Mi aliento quisiera apagar. ¡El dolor de sentir la vida En otra vida seguirá!
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6
Era el mes que aplicaba sus teorías cada vez que un amor nacía en torno cediendo dócil peso y calorías cuando por caridad ya para adorno en beneficio de esos amadores que hurtan siempre relámpagos y flores
36
6
Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho? te he buscado y no te hallé; y ¿qué tienes en el pecho que encendido se te ve?».
9
4
En todo terreno ser sólo permanece y dura el mudar. Lo que hoy es dicha o placer será mañana amargura y pesar.
16
6
Miro al cielo, los árboles, las flores, y en ellos hallo mi dolor expreso; que en el tiempo más frío y más avieso nacen y reverdecen mis temores.
10
4
Yo vengo a ser perfecta semejanza de aquel mancebo que de Creta el suelo dejó, y, contrario de su padre al celo, a la región del cielo se alabanza.
10
4
Así yo, por mi ventura, muy metido en contemplaros, viendo la vuestra hermosura húyeme vuestra figura ya que yo voy para hablaros; me cautivaste en miraros con poder que tanto pudo, que muero por desearos sin poder mi mal contaros si no en señas, como mudo.
12
11
Mi dulce fruta, primavera fugaz revive pronto.
18
3
Príncipes del azar Así el tecleo en ritmo y luz de mecanografía hace olvidar tu nombre y mi deseo tu nombre que una estrella ama y enfría Príncipes del azar gusanos leves para pasar el rato entre las nieves
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6
Premita Dios que te beas sacando agüita e un poso, y con er cubo no pueas.
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3
Sin la fe la conciencia es un abismo, y el peor compañero es uno mismo.
7
2
No hay bien que del mal me guarde, temeroso y encogido, de sinrazón ofendido, y de ofendido cobarde. Y aunque mi queja, ya es tarde, y razón me la defiende, más en mi daño se enciende, que voy contra quien me agravia, como el perro que con rabia a su mismo dueño ofende.
14
10
Bajo los resplandores que te circundan bellos, gozan ya ellos el fruto del violento contraste que sufrieron.
13
4
Allí me mostrarías aquello que mi alma pretendía y luego me darías allí tú, vida mía, aquello que me diste el otro día:
19
5
¿Vicios? Todos. Ninguno... Jugador, no lo he sido; ni gozo lo ganado, ni siento lo perdido.
7
2
De todos Villasandino fue señor de la floresta, como quiera por respuesta delante el señor vecino alto rey muy estimable, caballero tan amable leal conde venerable pues a vos es razonable daros golpe en el barquino.
20
9
Las blancas sienes que son lustre, corona y riqueza, si el seso tiene pobreza, lastiman el corazón. Porque a la florida edad en vicios desenfrenada sucede vejez pesada con torpe simplicidad.
4
8
vos, con quien la divina Virgen hija del Rector del Olimpo inmenso pasa los espaciosos ratos de la vela nocturna que le cabe.
15
4
Por eso es que te repito: Ya no insistas esta noche en decir “te necesito”, cuando me baje del coche. Me parece un feo broche y hasta casi de mal gusto, “necesito”, me da susto, y en el amor “es injusto”
20
9
Y oí como una voz delgada y triste que por mi nombre me llamó a lo lejos, y sentí olor de cirios apagados, de humedad y de incienso.
40
4
Pero con la gran priesa pintó un señor carnero, cumplido de cabeza, con todo un buen apero. Luego, al siguiente día, vino allí un mensajero: que ya don Pitas Payas llegaría ligero.
8
4
Son los Centauros. Unos enormes, rudos; otros alegres y saltantes como jóvenes potros;
7
2
Buenos consejos te di, no los quisiste tomá, quéjate a tu mar bibí.
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3
En tu vida, de nadie dádivas tomes, y con eso te excusas de obligaciones.
30
4
A la pobre encarcelada que ya por falta de dueño y ventura llora triste y desvelada hacéis que consiga el sueño y la soltura.
16
6
Esta áspid envidiosa, entre densas tinieblas, mandó que sus sectarios ocultasen el rostro, no la lengua.
13
4
En la isla en que detiene su esquife el argonauta del inmortal Ensueño, donde la eterna pauta
7
2
Yo no sé por dónde ni por dónde no, se me ha liao esta soguita al cuerpo sin saberlo yo.
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4
Ella llevaba por vestido combo un proyecto de arcángel en relieve Del hombro al pie su línea exacta un rombo que a armonizar con el clavel se atreve A su paso en dos lunas o en dos frutos se abrían los espacios absolutos
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6
Tendrás muchos amigos Si gastas oro; Pero si no lo gastas, Andarás solo: Porque ahora es moda Apreciar el dinero, no la persona.
31
7
Dulce escollo, que aun ahora raya el sol que no se ve: viva mi fe. Si eres alabastro el pecho, cuando no cristal el pie, viviré como desdichado, viviré, moriré.
21
8
¡Cuántas veces al pie de las musgosas paredes que la guardan, oí la esquila que al mediar la noche a los maitines llama!
40
4
Entre adelfas y campanas cinco barcos se mecían, con los remos en el agua y las velas en la brisa.
0
4
¡Lloriqueos en el cántico, salmodias y triste queja! Esto conocer os deja que es algún vate romántico, vaporoso y aeromántico, de mucha imaginación, el que os hará gracia con las coplas de su talento... Señores, ¿sabéis el cuento del gaitero de Gijón?
14
10
Deja que inquieten al hombre, Que loco al mundo se lanza, Mentiras de la esperanza, Recuerdos del bien que huyó : Mentira son sus amores, Mentira son sus victorias, Y son mentira sus glorias, Y mentira su ilusión.
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8
Oyóse, en esto, el son de una corneta, y un «¡trapa, trapa, aparta, afuera, afuera, que viene un gallardísimo poeta!»
43
3
¡Oh ya seguro puerto de mi tan luego error! ¡oh deseado para reparo cierto del grave mal pasado! ¡reposo dulce, alegre, reposado!;
19
5
porque en el rico adorno que mostraba, y en el gallardo ser que descubría, del cielo y no del suelo semejaba.
43
3
(aunque esta vida de honor tampoco no es eternal ni verdadera); mas, con todo, es muy mejor que la otra temporal perecedera.
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6
Aqueya mañana que me lo ijeron, yo reniego e cuantos santos tiene la tierra y er sielo.
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4
La careta negra se quitó la niña, Y tras el preludio de una alegre riña Apuró mi boca vino de su viña.
44
3
En vano Cloris, cuyo amor me ofreces, y a cuyo pecho mi pasión inclinas, pone divinas perfecciones juntas ante mis ojos.
17
4
Entre tanta abundancia tan rara fruta no recoge porque ella cae de madura. Es linda pues con eso no ahíta. Y buena para todas las viejas, por blanda más que todos los gastan.
1
10
Y a mí, ya que prefiero escoger mis derrotas, quiero que me recuerdes derrotado, como quien algo espera más allá de los tiempos y los hechos. Quizás porque haga falta haberlo presagiado o porque, en todo caso, nadie sabe dónde acaban los sueños.
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7
¡Ay, quién podrá sanarme! Acaba de entregarte ya de vero; no quieras enviarme de hoy más ya mensajero, que no saben decirme lo que quiero.
19
5
—¿Quién os enseñó, amiga a hacer la partición tan buena, equitativa y llena de razón? —En cabeza del lobo aprendí la lección, Del lobo tomé ejemplo para mi decisión.
8
4
Hace tiempo una dama me tenía prendado, todo mi amor le di, rendido, entusiasmado, ella hablaba y reía conmigo, de buen grado; otra cosa jamás conseguir me fue dado.
8
4
Busca a tu complementario, que marcha siempre contigo, y suele ser tu contrario.
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3
Nadie viva con descuido, Su infelicidad creyendo Muy distante, Pues mientras yace dormido, Está el destino tremendo Vigilante.
16
6
Se llora con el placer, Se llora con el pesar, Con el recuerdo de ayer, Y mañana hay que llorar Si nos ama una mujer.
26
5
El cazador casado no mate ciervos que se quedan en casa luego los cuernos y a los amigos satisfecho les dice: estos son míos.
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7
Pues a su continua ternura una pasión violenta unía. En un peplo de gasa pura una bacante se envolvía...
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4